Los avances científicos logrados en las últimas décadas en el campo de la medicina, han permitido al ser humano extender su expectativa de vida.
Nunca antes se dispuso de tantas herramientas para responder a las necesidades de salud del organismo; nunca antes estuvo inmerso en un medio ambiente tan adverso para la salud.
Este contexto ambiental, sumado a hábitos de vida negativos como el sedentarismo y la alimentación deficiente, se han combinado peligrosamente para afectar en forma negativa, acelerando muchas veces el deterioro de las células.
En este marco, la medicina anti-envejecimiento ha tomado un fuerte énfasis en los últimos años, profundizándose los estudios en esta materia a nivel mundial y produciéndose descubrimientos importantes. En la actualidad disponemos de información valiosa que ha servido de base para el desarrollo de tratamientos serios y efectivos para contrarrestar el paso del tiempo, ó controlar procesos de desgaste que nos afectan en el diario vivir y que no sólo comprometen nuestro estado general de salud sino que también generan insatisfacción a nivel personal.
Proliferan por estos días los tratamientos mágicos para frenar el reloj biológico. Sin embargo, estos son habitualmente meros “parches” a procesos de desgaste que sólo pueden controlarse y no siempre revertirse a través de programas con sustento médico.
Un tratamiento anti-envejecimiento efectivo debe sustentarse sobre tres pilares fundamentales:
1.Nutrición. La implementación de una alimentación basada en el control de los nutrientes que se incorporarán a la dieta diaria permite al organismo reconstruir su equilibrio, se debe establecer una dieta personalizada que logre resultados excelentes en el corto y mediano plazo.
A esta dieta se deben incorporar de forma natural todos aquellos nutrientes que ayuden a retardar el envejecimiento, y a reconstituir aquellas áreas más deterioradas del organismo, por ejemplo la vista o la memoria. Esta dieta se debe complementar además con suplementos especiales (antioxidantes) que permitan reconstruir el equilibrio molecular del organismo.
2. Actividad física Antiaging. El segundo pilar de todo tratamiento anti-envejecimiento efectivo es la inclusión de actividad física adaptada. A tal fin, profesionales especializados en la materia deben desarrollar clases particulares personalizadas, llevando a la persona a implementar a vida diaria toda aquella actividad física que favorezca la neutralización de los llamados “radicales libres” (especies químicas reactivas que generan oxidación), permitiendo bajar los niveles de estrés, y lograr tonicidad y flexibilidad general.
3. Aspecto psicológico. El abordaje psicológico de la persona es fundamental y, de hecho, difícilmente podrán lograrse resultados anti-envejecimiento a largo plazo si el paciente no está dispuesto a cambiar sus hábitos de vida. Esta parte del tratamiento ayuda a la persona a detectar y controlar todos aquellos factores emocionales que favorecen el desgaste del organismo, entre ellos el estrés, la ansiedad y la depresión. A tal fin, un buen tratamiento debe ofrecer primero un diagnóstico del estrés, y luego talleres personalizados y adaptados a la necesidad de cada persona, ayudándola a aprender y obtener herramientas para administrar la energía emocional.