Pese a ser uno de los problemas más comunes a nivel mundial, pocas veces se presta atención a los problemas de visión.
Desafortunadamente en muchas ocasiones estos padecimientos, es decir la miopía, hipermetropía o el astigmatismo aparecen desde la infancia incluso desde la etapa preescolar pero pocas veces son detectados. Cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social, señalan que cinco de cada 100 niños requieren de anteojos para tener una visión normal.
Los problemas refractivos consisten en la miopía, que es la dificultad para observar objetos lejanos; la hipermetropía que afecta la visión de cerca y el astigmatismo que ocasiona visión borrosa tanto de cerca como de lejos. Sin embargo, de contarse con anteojos adecuado a las necesidades de cada paciente, este puede gozar de una visión totalmente normal.
Por ello, los oftalmólogos recomiendan a los padres estar atentos a cualquier síntoma que presenten los infantes. Entre ellos destacan los dolores de cabeza frecuentes, desarrollar el hábito de acercarse demasiado para ver la televisión o la computadora o el entrecerrar los ojos para alcanzar a distinguir algún objeto. Asimismo una señal de alerta en niños que ya acuden a la escuela son las malas calificaciones, pues al no tener una visión adecuada no alcanzan a ver lo que se explica en el pizarrón.
Se recomienda llevar a los infantes al oftalmólogo desde los 4 años de edad, a fin de revisar el estado de su visión, lo que puede lograrse de manera sencilla gracias a algunas variaciones de la carilla “Snellen”, que consiste en una serie de letras de diferentes tamaños que pueden indicar si existe un problema refractivo. En el caso de los niños pequeños esta cartilla puede consistir en dibujos o en una letra “E” que aparece en diversas posiciones.