Seguramente te has preguntado si ¿es bueno «enseñar’ a los hijos a beber alcohol? La ingesta de alcohol a temprana edad es un factor de riesgo para su abuso entre adolescentes. Un estudio publicado en la revisa: Alcoholismo: Investigación Clínica y Experimental, revela los efectos de probar alcohol y emborracharse sobre conductas de exceso relacionadas con la bebida.
En el estudio participaron casi 300 jóvenes de ambos géneros con un promedio de 16 años de edad. Llenaron una encuesta en la cual se les preguntó la edad a la que probaron el alcohol y la de su primera borrachera.
Los resultados revelan fueron claros. Adolescentes que bebieron alcohol por primera vez a los 14 años y se emborracharon a los 15 abusarían más de la bebida que aquellos que probaron el alcohol a los 14 y se emborracharon hasta los 18.
Otras investigaciones lo confirman
Otras investigaciones, realizadas en el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, lo confirman. Revelan que la ingesta de bebidas alcohólicas en los adolescentes los predispone a la adicción al alcohol. La corteza pre-frontal, que es la porción del cerebro que gobierna el pensamiento racional, madura alrededor de los 22 años en las mujeres y a los 25 en los varones. Los investigadores sugieren que cuando un cerebro inmaduro recibe alcohol, aumenta su riesgo de desarrollar adicción a la bebida.
Además el efecto del alcohol en un cerebro inmaduro predispone a conductas de riesgo como manejar a alta velocidad o tener relaciones sexuales sin protección. Los jóvenes tienen una mayor tendencia a n¿o medir el peligro que los adultos en condiciones normales, pero el consumo de alcohol potencia la mala toma de decisiones mucho más en los jóvenes que en los adultos.
De ahí la respuesta a la pregunta ¿Es bueno enseñar a los hijos a beber alcohol? No. La recomendación a todos los padres de familia es retrasar la ingesta de alcohol en sus hijos, por lo menos hasta la mayoría de edad. Los científicos han demostrado que el “enseñar” a los adolescentes a beber para evitar que se emborrachen ejerce un efecto contrario al deseado, poniéndolos en mayor riesgo de abuso de alcohol.