Los adultos que sufren un tipo de pérdida capilar en parches denominado «alopecia areata» son significativamente más propensos a parecer depresión.
Las personas con alopecia areata pierden parches o mechones de cabello y, en algunos casos, pueden perder todo el pelo de la cabeza o el cuerpo. La mayoría de las personas con ese trastorno comienza a perder el pelo a los 20 años.
El trastorno puede mejorar solo, agravarse o mejorar y luego empeorar nuevamente.
El nuevo estudio sugiere que las experiencias traumáticas tempranas «podrían ser uno de los factores que aumentan la vulnerabilidad a desarrollar alopecia areata más adelante», dijo a Reuters Health la doctora Ria Willemsen, de la Universitair Ziekenhuis, en Bruselas.
«La noción del estrés como un factor disparador, luego de los genes, sigue siendo controvertida», agregó Willemsen.
Algunos estudios previos habían demostrado una alta incidencia de las experiencias estresantes seis a 12 meses antes de un brote de alopecia areata, mientras que otros no lograron probar esa asociación.
Willemsen comentó también que recientemente se renovó el interés en la teoría del estrés cuando un equipo de investigadores probó científicamente en Alemania que el estrés puede provocar alopecia areata en ratones.
En su estudio, el equipo de Willemsen le preguntó a 90 personas con alopecia areata y a 91 sin el trastorno si habían sufrido experiencias traumáticas.
Los autores hallaron que una cantidad significativamente mayor de pacientes con alopecia mencionaban haber sufrido por lo menos una experiencia traumática en su vida (el 87 frente al 73 por ciento de los controles).
Asimismo, una cantidad significativamente mayor de pacientes con alopecia (un 42 por ciento) que personas del grupo de control (un 25 por ciento) mencionó haber sufrido por lo menos una experiencia traumática en la niñez, en especial, carencia afectiva y maltrato emocional dentro de la familia.
«Las experiencias traumáticas infantiles influyen negativamente en el desarrollo del sistema de estrés. Por lo tanto, una niñez traumática aumenta la susceptibilidad al estrés.», señaló Willemsen.
«En varias otras enfermedades asociadas con el estrés, como la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica y el síndrome de colon irritable, se observó también la influencia de las experiencias traumáticas durante la infancia», agregó la experta.
FUENTE: Journal of the American Academy of Dermatology, marzo del 2009