Los niños que comienzan la escuela primaria con problemas de atención son más propensos a obtener bajas calificaciones en las evaluaciones de logros académicos en el colegio secundario.
Estudios previos habían asociado un bajo rendimiento escolar al final de la escuela primaria (a los 11 o 12 años de edad) con problemas de atención, como dificultad para concentrarse, quedarse sentado y finalizar tareas, en edades más tempranas, explicó el equipo del doctor Joshua Breslau.
En el nuevo estudio, «ese patrón se mantiene hasta el final del secundario», destacó a Reuters Health Breslau, de la University of California en Davis.
El equipo dirigido por Breslau reunió datos del coeficiente intelectual (CI) y de la conducta de 693 niños de distintas etnias que ingresaron a la escuela a los 6 años. En la revista Pediatrics, el equipo precisó que el 47 por ciento era varón.
Cuando los participantes cumplieron 17 años y habían terminado el secundario, los autores evaluaron la capacidad de lectura y cálculos matemáticos.
Los análisis para determinar el efecto de los problemas de conducta tempranos sobre los logros académicos futuros revelaron que haber tenido problemas de atención, signos de aislamiento, ansiedad o depresión, o haber tenido conductas agresivas o delictivas a los 6 años de edad, estaba asociado con una disminución del rendimiento escolar.
Haber tenido alguno de esos problemas de conducta «significa que un niño es más propenso a tener uno o más del resto de esos problemas», explicó.
Pero tras analizar esos tres problemas de conducta, el equipo halló que sólo los problemas de atención tenían alguna relación con los puntajes más bajos en los test de lectura y matemática.
Eso sugiere que los problemas de rendimiento académico futuro se podrían predecir mediante los trastornos de atención tempranos.
«Los problemas de atención que pueden tener consecuencias escolares adversas se pueden identificar precozmente», concluyó Breslau. Por lo tanto, el experto sugiere que los padres «presten atención a las capacidades de atención de sus hijos cuando eligen la estrategia educativa a seguir».
FUENTE: Pediatrics, junio del 2009