El asma: una enfermedad que se debe tomar en serio.

En México, la Secretaría de Salud, estima que 11 millones de personas padecen asma, de los cuales 9 millones son niños; lo más preocupante es que cada década aumenta un 50% la incidencia.

En México, la Secretaría de Salud, estima que 11 millones de personas padecen asma, de los cuales 9 millones son niños; lo más preocupante es que cada década aumenta un 50% la incidencia.

El asma es una enfermedad grave que afecta a personas de todas las edades, raza y antecedentes de origen geográfico.

El asma es una enfermedad caracterizada por el estrechamiento de los bronquios debido al aumento de la reactividad bronquial frente a diferentes estímulos que producen inflamación.

Algunos síntomas son:
Tos: generalmente en accesos y de predominio nocturno y de madrugada, o bien en relación con las emociones (al reír o llorar) o el ejercicio físico.

Sibilancias: ruidos en forma de o silbidos al respirar.

Opresión Torácica: muchas veces manifestada como sensación de peso o tirantez en el pecho.

Disnea o fatiga: dificultad para respirar que el niño/a puede manifestar como respiración entrecortada o jadeo. En casos graves, la fatiga obliga a permanecer al niño/a sentado y puede afectar a su capacidad para hablar incluso para alimentarse (en especial en los niños/as pequeños).

Entre los factores que pueden predisponer la aparición del asma se encuentran:

Infecciones respiratorias tales como cuadros gripales.

Los denominados alergenos de los cuales los más comunes son el polvo, los ácaros del polvo (pequeños animales microscópicos que se encuentran en el polvo casero), la saliva y la caspa de los animales y los hongos de los ambientes húmedos.

El ejercicio intenso.

Los contaminantes del medio ambiente: humo de cigarrillo o de lámparas de queroseno o de chimeneas, olor de pinturas y de desinfectantes

El diagnóstico del asma comienza con una evaluación del cuadro clínico, la historia familiar y antecedentes de riesgo o crisis anteriores tomando en consideración el tiempo de evolución del cuadro y las crisis.

El tratamiento convencional del asma bronquial puede ser:

Sintomático. Tiene por objeto interrumpir la crisis a través de medicamentos de acción rápida, como la adrenalina, corticoides, oxigenoterapia, etc.

Preventivo. Indica el uso regular de broncodilatadores, antihistamínicos, corticosteroides, terapia respiratoria, inmunoterapia específica, etc.

El tratamiento más eficaz para el asma se basa en la identificación de los elementos que inicien la crisis, tales como mascotas o la aspirina y limitando o, de ser posible, eliminando la exposición a dichos factores. Si resulta insuficiente evitar los factores estimulantes, entonces se puede recurrir al tratamiento médico. La desensibilización es, por el momento, la única cura disponible para esta enfermedad.[] Otras formas de tratamiento incluyen el alivio farmacológico, los medicamentos de prevención, los agonistas de larga acción de

los receptores β2, y el tratamiento de emergencia.

El tratamiento farmacológico específico recomendado para pacientes con asma depende en la severidad de su enfermedad y la frecuencia en la aparición de los síntomas. Los tratamientos específicos para el asma se clasifican en medicinas preventivas y de emergencia.

Los broncodilatadores se recomiendan para el alivio a corto plazo en prácticamente todos los pacientes con asma. Para quienes tienen solo ataques ocasionales, no se necesita otro tipo de medicamento.
El asma es un padecimiento que debe tomarse en serio, si usted detecta los síntomas, o sospecha que se encuentra ante esta enfermedad acuda de inmediato con un especialista, en estos casos, el indicado es el alergólogo.

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