El tacto rectal es una exploración médica útil para el diagnóstico o para la detección precoz de algunas patologías de la región pélvica. Consiste en la exploración de las estructuras anatómicas que forman el aparato genitourinario y digestivo inferior tanto de hombres como de mujeres, mediante la palpación digital realizada introduciendo un dedo a través del esfínter anal. Es especialmente útil en patología de próstata o del extremo distal del tracto digestivo, así como para la evaluación de la presencia de fecalomas.
En los hombres, es una exploración en la que el médico se pone guantes y con el dedo índice lubricado, lo introduce en el recto del paciente para percibir cualquier área dura irregular o anormal que pueda significar cáncer. La próstata está situada justo por delante del recto, y la mayoría de los cánceres están en la parte posterior de la glándula, que puede ser palpada con un tacto rectal. Los nódulos típicos son indoloros y duros como una piedra. Casi dos terceras partes de los pacientes cuya biopsia confirma el cáncer presentan una induración palpable. La prueba no es agradable, pero no produce dolor y dura muy poco tiempo.
Aunque el tacto rectal es menos efectivo que la prueba del antígeno prostático específico en sangre para diagnosticar un cáncer de próstata, a veces se puede diagnosticar un cáncer de próstata en hombres que tienen niveles normales de antígeno prostático específico. Por esta razón, las guías de la American Cancer Society (Sociedad del Cáncer de E.U.A.) recomiendan el uso conjunto, tanto del tacto rectal como de la prueba del antígeno prostático específico en sangre para una detección temprana del cáncer de próstata. El tacto rectal también se usa cuando se conoce que se tiene un cáncer de próstata, para determinar si el cáncer ha sobrepasado los límites de la glándula prostática o detectar recidivas después de un tratamiento.