Más del 40% de los adolescentes mayores de 12 años dicen que han probado alguna droga al menos una vez en sus vidas.
Algunos de los signos de posible consumo de drogas pueden ser: Ojos inyectados de sangre, tos persistente, pupilas de los ojos extremadamente grandes (dilatadas) o extremadamente pequeñas (puntiformes), pérdida del apetito ( en el caso de consumo de anfetaminas, metanfetaminas, cocaína ), aumento del apetito ( en el caso de la marihuana), pereza, apatía o somnolencia constante (drogas opiáceas como la heroína, codeína o puede suceder al «ir pasando el efecto» de drogas estimulantes, hiperactividad (como se ve con la cocaína, metanfetaminas), mal rendimiento y aumento del ausentismo escolar, alejamiento de la familia y de las actividades extraescolares, cambio en los grupos de amigos, olor o aliento inusual (drogas inhaladas), comportamiento reservado, mentir, robar, pronunciación lenta o mala (con depresivos), hablar rápido o de manera explosiva (estimulantes), marcha inestable.
La gran mayoría de las personas no comprende por qué algunos jóvenes se vuelven adictos a las drogas ni cómo las drogas cambian el cerebro para que éste fomente el abuso compulsivo de las drogas.
Creen erróneamente que el abuso de drogas y la drogadicción son estrictamente problemas sociales y a veces caracterizan a los adictos como personas moralmente débiles, otra creencia muy común es que los adictos deberían poder dejar de consumir drogas con sólo estar dispuestos a cambiar su comportamiento. Las personas a menudo no se dan cuenta de lo compleja que es la drogadicción y que ésta es una enfermedad que impacta el cerebro. Por esta razón, dejar de abusar de las drogas no se trata simplemente de tener fuerza de voluntad.
Gracias a los avances científicos, ahora sabemos con más exactitud cómo las drogas trabajan en el cerebro y también sabemos que la drogadicción sí se puede tratar exitosamente, ayudando así a que el adicto deje de abusar de las drogas y vuelva a tener una vida productiva, saludable y feliz.
La drogadicción es una carga pesada para la sociedad, a pesar de lo abrumadoras que son las cifras, el verdadero impacto del abuso de drogas y de la drogadicción sobre la salud publica, es el que incluye la desintegración de la familia, la pérdida del empleo, el fracaso en la escuela, la violencia doméstica, el abuso infantil y otros crímenes.
La drogadicción es una enfermedad crónica del cerebro, a menudo con recaídas, caracterizada por la búsqueda y el uso compulsivo de drogas a pesar de las consecuencias nocivas para el adicto y para los que le rodean. La drogadicción se considera una enfermedad del cerebro porque el abuso de drogas produce cambios en su estructura y en su funcionamiento. Si bien es cierto que en el caso de la mayoría de las personas la decisión inicial de tomar drogas es voluntaria, con el tiempo los cambios en el cerebro causados por el abuso repetido de las drogas pueden afectar el autocontrol y la habilidad del usuario para tomar decisiones sensatas, al mismo tiempo que envían impulsos intensos de usar drogas.
Debido a estos cambios en el cerebro es muy difícil para el drogadicto lograr dejar de abusar de las drogas. Afortunadamente hay tratamientos que ayudan a contrarrestar los efectos poderosamente destructores de la adicción y a recuperar el control. Las investigaciones demuestran que para la mayoría de los pacientes el mejor método de asegurar el éxito es una combinación de medicamentos para tratar la adicción, la terapia conductual. Se puede lograr una recuperación sostenida y una vida sin abuso de drogas usando enfoques diseñados específicamente para tratar el patrón de abuso de drogas especifico de cada paciente conjuntamente con cualquier problema médico, psiquiátrico y social concurrente.
La drogadicción puede tratarse exitosamente, de manera parecida a otras enfermedades crónicas, es común que haya recaídas y que el drogadicto comience a usar drogas nuevamente. Estas recaídas, sin embargo, no significan un fracaso. Más bien son una señal de que se debe ajustar el tratamiento o de que es necesario un tratamiento alternativo para que la persona recobre el control y pueda recuperarse.