Estudios revelan que tras su liberación de prisiones de Texas, apenas el cinco por ciento de los ex presidiarios que tienen infección por VIH
se hacen surtir una receta de medicina para tratar su afección dentro del periodo necesario de diez días, según encuentra un estudio reciente.
«Los que descontinúan la TAR [terapia antirretroviral] en ese momento están en mayor riesgo de desarrollar una carga viral más alta, lo que causa mayor infectividad y niveles más altos de resistencia a los fármacos, que potencialmente crea reservas de VIH resistente a los medicamentos en la comunidad general», escribieron en la edición del 25 de febrero de la revista Journal of the American Medical Association los investigadores, de la División médica de la Universidad de Texas en Galveston.
Los hallazgos, que cubren un periodo reciente de cuatro años, despiertan una gran preocupación sobre la necesidad de los ex presidiarios y si el estado necesita intervenir para prevenir una crisis de salud pública, dijeron los autores del estudio en un comunicado de prensa del editor de la revista.
«Se necesita una mayor coordinación entre las agencias estatales y locales, las instituciones de atención de salud y las organizaciones comunitarias para reducir este alto índice de interrupción del tratamiento entre los presidiarios recién liberados», escribieron los investigadores.
De los más de 2,100 prisioneros infectados con VIH liberados entre 2004 y 2008, menos del 18 por ciento surtió sus recetas de medicamentos antirretrovirales dentro de los 30 días de su liberación, anotaron los investigadores. Ese índice aumentó a apenas treinta por ciento dentro de los 60 días.
Al analizar los datos, los autores encontraron que al menos 90 por ciento de los ex presidiarios experimentaron una interrupción del tratamiento, y muchas de tales interrupciones duraron más allá de los 30, e incluso 60 días.
Los ex prisioneros con una carga viral detectable, además de los que estaban en libertad bajo fianza o recibían ayuda a través de un Programa de asistencia farmacológica para el SIDA eran más propensos a surtir sus recetas que sus contrapartes.
La mayoría de ex prisioneros carece de seguro de salud por algún tiempo tras ser liberados de prisión, de manera que acceder a la terapia antirretroviral para el VIH puede ser desafiante sin ayuda del gobierno, señalaron los autores.
Estudios revelan que tras su liberación de prisiones de Texas, apenas el cinco por ciento de los ex presidiarios que tienen infección por VIH se hacen surtir una receta de medicina para tratar su afección dentro del periodo necesario de diez días, según encuentra un estudio reciente.
«Los que descontinúan la TAR [terapia antirretroviral] en ese momento están en mayor riesgo de desarrollar una carga viral más alta, lo que causa mayor infectividad y niveles más altos de resistencia a los fármacos, que potencialmente crea reservas de VIH resistente a los medicamentos en la comunidad general», escribieron en la edición del 25 de febrero de la revista Journal of the American Medical Association los investigadores, de la División médica de la Universidad de Texas en Galveston.
Los hallazgos, que cubren un periodo reciente de cuatro años, despiertan una gran preocupación sobre la necesidad de los ex presidiarios y si el estado necesita intervenir para prevenir una crisis de salud pública, dijeron los autores del estudio en un comunicado de prensa del editor de la revista.
«Se necesita una mayor coordinación entre las agencias estatales y locales, las instituciones de atención de salud y las organizaciones comunitarias para reducir este alto índice de interrupción del tratamiento entre los presidiarios recién liberados», escribieron los investigadores.
De los más de 2,100 prisioneros infectados con VIH liberados entre 2004 y 2008, menos del 18 por ciento surtió sus recetas de medicamentos antirretrovirales dentro de los 30 días de su liberación, anotaron los investigadores. Ese índice aumentó a apenas treinta por ciento dentro de los 60 días.
Al analizar los datos, los autores encontraron que al menos 90 por ciento de los ex presidiarios experimentaron una interrupción del tratamiento, y muchas de tales interrupciones duraron más allá de los 30, e incluso 60 días.
Los ex prisioneros con una carga viral detectable, además de los que estaban en libertad bajo fianza o recibían ayuda a través de un Programa de asistencia farmacológica para el SIDA eran más propensos a surtir sus recetas que sus contrapartes.
La mayoría de ex prisioneros carece de seguro de salud por algún tiempo tras ser liberados de prisión, de manera que acceder a la terapia antirretroviral para el VIH puede ser desafiante sin ayuda del gobierno, señalaron los autores.