Respuesta emocional ante la música

Los sentimientos expresados musicalmente se entienden igual en todo el mundo y la música logra superar sin mayores dificultades las barreras entre las culturas

La música posee un poder especial para emocionar, estando presente en todas las culturas y todas las épocas.
  
Estudios recientes realizados en el Departamento de Psicología Básica de Procesos Cognitivos, de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, han identificado ciertos mecanismos en el cerebro responsables de la respuesta emocional ante la música. La música es la sucesión de sonidos combinados siguiendo los principios de la melodía, la armonía y el ritmo, que evoca una respuesta emocional en los individuos. La respuesta emocional asociada a la música es de carácter universal, de forma que está presente en todas las culturas y épocas: se trata de un elemento clave en las interacciones humanas. Y es precisamente su universalidad lo que ha convertido a la música, y a su respuesta emocional asociada, en un interesante objeto de estudio para diversas disciplinas.

La emoción musical se considera el resultado de una serie de procesos complejos en los que interviene una amplia red de estructuras cerebrales (corticales, subcorticales y del oído interno). Aun se conoce relativamente poco de la naturaleza de estos procesos, y de cómo se integran en el cerebro para dar lugar a la respuesta emocional ante la música. A continuación se hace una breve descripción los mecanismos cerebrales responsables de la emoción musical.

La emoción musical esta determinada por una serie de parámetros musicales (tempo, modo y nivel de consonancia), cuyos cambios están asociados a variaciones en distintas áreas cerebrales.

La emoción musical comienza de forma casi inmediata a la presentación del sonido, estando asociada a cambios en áreas subcorticales (por ejemplo, el tálamo), así como a cambios en la respuesta autónoma (como en conductancia de la piel y en la frecuencia cardiaca). Por otra parte, se ha demostrado que la exposición continuada a música placentera produce cambios hormonales, reduciendo los niveles de estrés y disminuyendo los síntomas depresivos y ansiolíticos.

A nivel del funcionamiento cortical, la presentación de música con variaciones artificiales en el tempo, que da como resultado música displacentera, van asociados a modulaciones en la actividad eléctrica cerebral de la corteza auditiva. Así mismo, se han observado cambios significativos en la activación neuronal del sistema límbico ante la presentación de música valorada por los individuos como positiva o negativa.

Se ha observado que la presentación de música activa áreas somatosensoriales y motoras como la cisura de Rolando, área responsable de la producción de sonidos que controlan la melodía, el ritmo o el timbre, así como otros parámetros que contribuyen significativamente a la experiencia emocional ante la música. Además, se ha demostrado que estas respuestas suelen ser más intensas en músicos expertos que en personas sin formación musical previa.

Los resultados del estudio se publicaron en la Revista Neurology.

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