Pedofilia o Paidofilia

Los pedófilos tienen una personalidad inmadura, problemas de relación o sentimientos de inferioridad que no les permiten mantener una relación amorosa adulta e «igualitaria

La sintomatología esencial de la Pedofilia o paidofilia, ambas son correctas, se define como fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican actividad sexual con niños (13 años o menos) durante un período no menor a los seis meses.

Los niños suelen ser menores de 12-13 años y el individuo ha de tener por lo menos cinco años más que el niño para que sea considerado el trastorno. Según el manual de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV) la pedofilia se encuentra dentro de la categoría de parafílias, ubicada dentro de la categoria mayor de «Trastornos sexuales y de la identidad sexual».

El manual indica que estas fantasías e impulsos sexuales provocan un malestar clínicamente significativo, un deterioro social, laboral o de otras áreas de la actividad del individuo. La definición del DSM-IV lleva implícita la concepción clásica.

Formas de pedofilia

Puede darse de diferentes formas: en relación a la orientación, puede ser de tipo heterosexual, homosexual o ambas.

Las conductas de la pedofilia van del simple exhibicionismo hasta la penetración. El adulto suele ganarse la confianza y el cariño del niño para luego llevar a cabo sus objetivos.

Hay dos tipos de conducta que se presentan en el pedófilo, está la conducta sentimental y la conducta agresiva.

Los sentimentales tienen poco interés por las mujeres, toda su capacidad sexual se concentra en los niños, concretándose bajo la forma de caricias que le provocan el orgasmo.

Los agresivos heterosexuales intentan satisfacer sus impulsos con niñas, con métodos que van desde la seducción hasta la violencia.

Características de un pedófilo

Aunque no existe un perfil exacto del pedófilo ni del pederasta, se puede establecer un retrato a partir del estudio de los pedófilos que han sido detenidos:

1º. En más el 90% de los casos se trata de varones.

2º. En el 70% de los casos superan los 35 años de edad.

3º. Suele tratarse de profesionales calificados.

4º. Con frecuencia buscan trabajos o actividades que les permitan estar cerca de los niños.

5º. Su nivel social es medio o medio-alto.

6º. En el 75% de los casos no tienen antecedentes penales.

7º. Su nivel de reincidencia es altísimo, aun después de ser descubiertos y condenados.

8º. No suelen ser conflictivos en la cárcel y muestran buen comportamiento (en la cárcel no hay niños).

9º. No reconocen los hechos ni asumen su responsabilidad.

10º. Normalmente tienen una familia a su cargo, y con frecuencia tienen hijos pequeños.

11º. En más del 30% de los casos se trata del padre, el tío o el abuelo de la víctima.

12º. Generalmente tienen fuertes convicciones religiosas

La personalidad del agresor de mediana o mayor edad es de un individuo solitario y con dificultad para establecer relaciones heterosexuales normales, suele tener baja autoestima, con pocos recursos para enfrentar situaciones de stress y frecuentemente abusa del alcohol y/o drogas. Por lo general, no presentan trastornon psicopatológicos. Sin embargo, se ha visto que dos tercios de los reclusos pedófilos maduros llevaron a cabo esta conducta en momentos que sufrían de situaciones estresantes.

El pedófílo no se acerca a los adultos debido a que teme ser castrado por ellos, que son representantes de sus padres, hacia los que dirige sus impulsos incestuosos.

Se identifica con su madre y se relaciona con los niños de la misma manera como añora que debiera ser su relación con ella, por ese motivo es que elige a niños que puedan representarlo a él mismo. El temor a la castración intensifica su narcisismo, por la urgente necesidad de protegerse a sí mismo.

Hay pedófilos de todas las clases sociales. Los más peligrosos, ciertamente son aquellos en los que el niño confía por naturaleza, como un sirviente, un amigo de la familia, o aquellos que el niño idealiza por sus funciones, como un sacerdote, un profesor, un bombero e un policía. El acto perverso de estas personas insospechadas deja cicatrices profundas en el niño bajo la forma de culpa y de angustia.

Los pedófilos menos peligrosos, desde el punto de vista psicológico, son los marginales, los exhibicionistas de la calle. Estos actúan desde fuera, compulsivamente como un relámpago, y después son castigados y encarcelados.

Desde el punto de vista moral el pedófilo no es un deficiente mental exento de responsabilidades, ni un delincuente al margen de las leyes de la vida social y familiar (puede ser un buen profesional, un buen padre de familia y como últimamente ha salido a la luz, puede ser un sacerdote).

Los pedófilos actúan de diversas maneras para conseguir niños y niñas, con la finalidad de abusar de ellos, integrarlos en una red de prostitución infantil o para elaborar pornografía. Conocer su forma de actuar es fundamental para mejorar la seguridad de los menores. Tanto los padres y educadores como los niños deben conocerlas.

Su acercamiento a los niños suele ser físico. Tras un primer contacto cuidadoso, para no asustar ni levantar sospechas, comienzan a coger al menor, abrazarlo y «mimarlo». Les invitan e incluso les colman de atenciones y regalos para generar en ellos un sentimiento de deuda. A los niños se les enseña que deben ser agradecidos y corresponder a los adultos (por educación) y los pedófilos se sirven de esta circunstancia, buscan estar a solas de alguna manera con el niños o la niña para ir a más. Los violadores de niños siempre quieren más, muchos de ellos tienen un nivel bajo de autoestima y se sienten mucho más seguros con los menores. Otros, en un porcentaje elevado, han sufrido abusos de pequeños. Un tercer grupo lo que busca es humillarlos y doblegarlos, posiblemente por haber sufrido antes desprecio de otros niños o niñas durante la infancia.

Sitios comunes de riesgo
Los lugares más

Los lugares más comunes donde las personas que padecen de pedofilia o paidofilia tratan de cometer sus delitos son:

1º. En las salas de juegos recreativos. Algunos pederastas frecuentan estas salas para, después de seleccionar a un menor, ofrecerse a pagarle algunas partidas o retarle a jugar contra él. Los abusos no se producen en el primer encuentro, ya que los pederastas normalmente intentan ganarse primero su confianza. Otros prefieren invitar al menor a una hamburguesa o se ofrecen a llevarle al cine.

2º. Las zonas marginales. Algunos pederastas prefieren frecuentar zonas deprimidas para buscar niños o adolescentes desatendidos o con muchas carencias. Les ofrecen entonces algún tipo de trabajo y les aseguran dinero fácil.

3º. Salidas de colegios y parques. Otro tipo de pederastas que suelen actuar en redes optan por el secuestro. Este puede realizarse a la salida de un colegio, haciéndose pasar por un conocido de la familia que viene a recoger al menor porque la madre no va a llegar a tiempo; o en el entorno de los parques infantiles o incluso desde un coche: pidiendo al menor que se acerque al vehículo para indicarles, plano en mano, donde está una calle.

4º. Discotecas. Algunas redes de tráfico de menores captan menores utilizando a otros que actúan de ganchos. Normalmente  intenta seducir a una adolescente para después llevarla engañada hacia un coche o piso donde espera el proxeneta. También pueden utilizar a otra menor amenazándola de muerte o violación.

5º. A través de Internet. Se trata del último sistema que están utilizando muchos pederastas y que trae locas a las policías de muchos países. Las personas que padecen de pedofilia o paidofilia se introducen en los canales de conversación escrita de Internet, o «chats», haciéndose pasar por niños o niñas en busca de nuevos amigos. Intentan así conocer la situación de algunos menores, sus gustos y aficiones, hasta que llega el momento de concertar una cita en un cine o algún lugar para conocerse mejor.

6º. A través de las revistas para niños y adolescentes en las que se publican secciones en las que los menores se ofrecen para intercambiar correspondencia incluyendo datos personales (dirección…) e incluso una foto.

7º. Utilizando a animales exóticos para atraer a los niños en ferias y demás lugares. Les suben a los mismos y les sacan fotografías para después ofrecérselas a sus padres. Muchos padres dan sus datos para que les envíen la foto o se la acerquen a casa. El pedófilo puede tener así un banco de datos de niños/as con sus direcciones, teléfonos y fotografías.

8º. En el interior de las grandes plazas comerciales. Algunas redes de pedofilia o paidofilia actúan preferentemente en grandes centros comerciales donde la concentración de gente es alta y los padres están pendientes de encontrar los productos que necesitan. La forma de operar consiste en coger de la mano a un niño/a pequeño que se haya despistado (o que se hayan despistado sus padres) y alejarlo del lugar. Normalmente no lo sacan inmediatamente sino que se lo llevan a los servicios. Allí le cambian rápidamente la vestimenta y le afeitan el pelo, le ponen una peluca o una gorra, le sedan si es necesario y salen por la puerta con toda naturalidad y tranquilidad.

9º. En casa. Al menos uno de cada tres abusos sexuales sobre menores se cometen en el entorno familiar, por parte del padre, un tío o un abuelo.

10º. En los centros religiosos, donde los sacerdotes abusan de los niños que asisten a sus iglesias.

Causas de la pedofilia

Poco se sabe de las causas de a pedofilia o paidofilia, pero se dice que una de ellas es el aprendizaje de actitudes negativas hacia el sexo, como experiencias de abuso sexual durante la niñez, sentimientos de inseguridad y autoestima baja, con dificultad en relaciones personales; lo que facilita la relación adulto-niño.

La mayor parte de los menores víctimas de abuso sexual urbano o suburbano son raptados en jardines públicos, a la salida de las escuelas, en los predios en ruinas. El menor curioso y sin experiencia del mundo es fácilmente sugestionable por las propuestas y actitudes de un adulto diferente, aparentemente simpático. A veces, las malas condiciones de vida familiar llevan al menor desamparado a vagar por las calles, en busca de un padre o de una madre imaginarios, que acaban por encontrar, dramáticamente, en la persona que padece de pedofilia o paidofilia.

La pedofilia o paidofilia es un trastorno psiquiátrico que es altamente dañino para las inocentes víctumas.

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