Las enfermedades relacionadas con la obesidad siguen incrementándose en el mundo: la diabetes tipo 2, los desbalances de las grasas de la sangre (dislipidemias), el hígado graso, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer siguen figurando entre las primeras causas de mortalidad.
La adiponectina, una hormona producida por la grasa del cuerpo, es decir el tejido adiposo, está reducida en la obesidad y es uno de los principales objetivos de investigación. Además, en los humanos, las bajas concentraciones de adiponectina en el plasma se asocian con el desarrollo de diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico.
En el 2001 se demostró la capacidad de la adiponectina para reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.
Los receptores de la adiponectina son un blanco para tratar la obesidad. En el hígado, la activación de los receptores de adiponectina disminuye la producción de grasa corporal, además de reducir la inflamación y el estrés oxidativo, factores clave en el envejecimiento prematuro de las células.
En el músculo, la activación de los receptores de adiponectina induce la puesta en marcha de un gen asociado con una mayor longevidad celular, favoreciendo una mejor tolerancia al ejercicio y en consecuencia incrementando la sensibilidad a la insulina, que es la hormona que permite el ingreso del azúcar de la sangre hacia las células, evitando la diabetes.
La restricción calórica y el ejercicio, también activan los receptores de adiponectina a nivel muscular, ayudando a prevenir la obesidad.
Otro de los efectos benéficos de la adiponectina es su capacidad para prevenir la aterosclerosis y por lo tanto los infartos.
A nivel experimental, se ha demostrado que los ratones que carecen de adiponectina viven menos, pero en humanos, se encontró que las personas que viven más de 100 años suelen tener altas concentraciones de adiponectina.
Por todo lo anterior, la adiponectina, de acuerdo con un relevante artículo recién publicado por la revista médica The Lancet, podría ser una excelente estrategia terapéutica para las enfermedades asociadas con la obesidad.
Los niveles de adiponectina pueden incrementarse mediante una dieta baja en calorías, ejercicio y la disminución del peso corporal. Desafortunadamente no se conoce alimento alguno que aumente los niveles de adiponectina, sin embargo, un grupo de medicamentos usados para tratar la diabetes, las tiazolidinedionas, tienen la capacidad de incrementar las concentraciones plasmáticas de adiponectina.
Otra hormona, llamada Factor de crecimiento de fibroblastos 21 (FGF21 por sus siglas en inglés), producida por el hígado también tiene la capacidad de aumentar los niveles de adiponectina en el cuerpo, por lo que esta hormona o sus derivados son potenciales tratamientos para incrementar los niveles de adiponectina y contribuir a prevenir la obesidad y las enfermedades relacionadas a este flagelo.
Nueva esperanza para tratar la obesidad
La adiponectina es un nuevo objetivo para desarrollar tratamientos contra la obesidad y sus complicaciones.