Una porción significativa de los jugadores jóvenes de videojuegos (un 8.5 por ciento) exhibe señales de adicción a los juegos, según un estudio reciente.
Esos niños no solo están jugando mucho. Sus juegos interfieren con el rendimiento escolar, trastornan la interacción con familiares y amigos, y conllevan problemas de salud, según revela el estudio.
Douglas A. Gentile, psicólogo del desarrollo y profesor asistente de la Universidad estatal de Iowa en Ames, dijo que el estudio es el primero en documentar la prevalencia de la adicción al videojuego usando una muestra nacionalmente representativa de niños y adolescentes.
«Lo que me resulta más preocupante es el porcentaje total, el gran número de niños que tienen problemas verdaderos en sus vidas porque juegan juegos, y tal vez no sepan cómo detenerse», apuntó Gentile, cuyo estudio aparece en la edición de mayo de la revista Psychological Science.
Los expertos no están de acuerdo en si en realidad existe algo llamado «adicción a los videojuegos». Actualmente, no está incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la American Psychiatric Association. La próxima actualización de ese manual, que describe los criterios para diagnosticar varios trastornos psiquiátricos, sale en 2012.
«Creo que actualmente estamos igual con los videojuegos que con el alcoholismo hace 40 años», dijo Gentil, señalando que décadas de investigación finalmente mostraron que el alcoholismo es una enfermedad.
Cuando Gentile comenzó a estudiar la adicción a los videojuegos en 1999, también sentía escepticismo. «La adicción implica que se está dañando el funcionamiento, y no sólo en un área de la vida», apuntó. Se sorprendió al ver que, de hecho, los datos mostraron que los niños exhibían ese nivel de daño.
El nuevo estudio se basó en datos de una encuesta nacional de 1,178 niños y adolescentes de EE. UU. (de 8 a 18 años de edad) llevada a cabo por Harris Interactive, la firma de investigación con sede en Rochester, Nueva York, quizá mejor conocida por su Harris Poll. Las encuestas se llevaron a cabo en enero de 2007, y en ellas participaron alrededor de cien niños de cada edad representada en la muestra.
Los niños completaron un cuestionario en línea usando varias escalas para evaluar sus hábitos de videojuegos. Se les plantearon preguntas como: «¿Alguna vez has jugado [videojuegos] como una vía para escapar de los problemas o los sentimientos negativos?» «¿Alguna vez has mentido a tu familia o amigos sobre qué tanto [videojuegos] juegas?».
Para medir el juego patológico en los niños, Gentile adaptó criterios usados para diagnosticar ludopatía. Los jugadores se clasificaron como patológicos si exhibían al menos seis de los once criterios.
Los jugadores patológicos jugaban más frecuentemente y durante más tiempo, recibían peores calificaciones y eran más propensos a reportar tener problemas para prestar atención en la escuela que los jugadores no patológicos. También reportaron más problemas de salud asociados con jugar videojuegos, como dolor de manos y muñecas.
Tenían más del doble de probabilidades de haber sido diagnosticados con trastorno por déficit de atención (25 por ciento de los jugadores patológicos frente a once por ciento de los jugadores no patológicos). Y eran más propensos (24 frente a 12 por ciento) a reportar haber participado en peleas físicas en el año anterior.
«Creo que sí subraya que los padres y niños deben hablar sobre los juegos y algunas reglas», apuntó Cheryl K. Olson, codirectora y cofundadora del Centro de Salud Mental y Medios de Comunicación del Hospital General de Massachusetts en Boston.
Sin embargo, cuestionó qué tan apropiado fue adaptar preguntas utilizadas para evaluar la ludopatía en adultos.
«Una cosa es que un niño le mienta a su madre sobre cuánto tiempo jugó un videojuego», dijo Olson. «Otra cosa es mentirle a la esposa sobre las apuestas».
También cuestionó si niños de apenas ocho años pueden completar un cuestionario autoadministrado con precisión.
Si los padres piensan que su hijo tiene un problema, probablemente tengan razón y deben confiar en sus instintos, según Gentile, que también funge como director de investigación del Instituto Nacional sobre Medios de Comunicación y Familia de Minneápolis.
Los expertos señalan que cuando jugar videojuegos se vuelve compulsivo y causa que los niños falten a la escuela o no jueguen con los amigos, eso podría señalar otros problemas de salud mental.
«Lo que por lo general se encuentra en estos niños es que esta [compulsión por el videojuego] es apenas la punta del iceberg», advirtió el Dr. Michael Brody, psiquiatra con un consultorio privado en Potomac, Maryland, y también presidente del comité de medios de comunicación de la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry. «Por lo general, se encuentran mucha depresión y ansiedad subyacentes».
«Etiquetarlo como ‘adicción al videojuego’ es demasiado superficial», concluyó Brody.