Knut nació en el zoológico de Berlín, en diciembre de 2006. Rechazado por su madre, fue puesto en una incubadora y lo criaron seres humanos.
Su abandono, su aspecto dulce y su cercana relación con el carismático cuidador del zoológico Thomas Doerflein, lo convirtieron en toda una estrella.
Knut se transformó en un símbolo del medio ambiente, actuando como mascota para la campaña del gobierno alemán contra el cambio climático y posando con Leonardo DiCaprio, en una foto, para la edición de mayo de 2007 de la revista Vanity Fair. La noticia de su muerte prematura, ocurrida durante el fin de semana, les ha dado de que hablar a quienes cuestionan tanto la forma como Knut fue tratado, como el hecho mismo de que haya osos polares en los zoológicos.
Los osos polares pueden vivir hasta los 30 años. Knut sólo tenía cuatro cuando murió.
Las conclusiones iniciales de una autopsia señalan que el oso polar falleció como producto de -cambios significativos en el cerebro-.
Desde el comienzo, la vida de Knut levantó polémica. Poco después de su nacimiento, la prensa alemana informaba de un activista que solicitaba que se le diera muerte en vez de ser criado por seres humanos.
La exhortación produjo una enorme ola de simpatía por el oso, que se mantuvo hasta el final de su vida.
Para Andrew Linzey, Director del Centro de Ética para con los Animales, de Oxford, Reino Unido, es una tragedia de principio a fin, el manifiesta que habría sido mejor que Knut no hubiera existido jamás a tener una vida tan miserable.
Quienes cuestionan las implicaciones de la crianza de Knut indican que el oso, sufrió problemas de comportamiento inevitables como resultado de su tratamiento y de las multitudes que lo visitaban en el zoológico.
Andrew Linzey, autor del libro «Por qué importa el sufrimiento de los animales», cree que el asunto no es si el zoológico tenía razón al criar al oso Knut, una vez que el osezno nació, el zoológico tenía la obligación de criarlo porque un zoológico es un medio ambiente artificial y controlado
El problema fundamental es si debemos mantener animales salvajes en cautiverio, y argumenta que los zoológicos imponen vidas no naturales a la mayoría de los cautivos. La gente ve a un oso e inmediatamente se queda boquiabierta, cuando lo que deberían pensar es que se trata de un animal privado de su vida natural, puesto en exposición para entretenimiento y para provecho económico.
Tras la muerte de Knut, los niños llegaron al zoológico de Berlín para su homenaje.
En 2007, el zoológico de Berlín reportó beneficios económicos por unos $7 millones de dólares en entradas y venta de mercancía, cientos de ositos de peluche se vendían día a día en toda la ciudad, los periódicos ofrecían figurines por US$200 y, en 2008, hubo una película, Knut y sus amigos, que fue exhibida en toda Alemania.
La vida de Knut fue más la de una celebridad en vez de una historia natural, dice Ian Redmond, un consultor de la Fundación «Born Free», un proyecto para salvar al oso polar en Canadá. Esto parece subrayar la dicotomía que existe entre la gente que ama este oso polar único y aquellos a quienes les preocupan los osos polares como especie. Redmond no ve el sentido de mantener grandes animales salvajes en cautiverio.
No sólo viven vidas frustradas, sino que los osos que nacen en cautiverio no pueden readaptarse a la vida natural ya que pierden las habilidades necesarias para sobrevivir.
Esos animales nacidos en zoológicos sufren un proceso de distanciamiento creciente de los animales salvajes que admiramos en los programas de historia natural, saltando majestuosamente de témpano en témpano. A medida que nacen generaciones de especímenes en cautiverio en los zoológicos, el comportamiento se separa más y más de los osos polares en su ambiente natural.
En el caso de Knut, los críticos dicen que éste había desarrollado rasgos de comportamiento extraños y había llegado a considerar necesarias las multitudes.
En años recientes, todos los zoológicos británicos , menos uno, habían dejado de tener osos polares, una decisión que Redmond exhortó a tomar al zoológico de Berlín.
El presentador de programas de televisión de historia natural Chris Packham, reconoce que un oso polar pierde su capacidad para relacionarse con otros osos en su ambiente natural.
Se cree que si los osos polares se extinguen en su medio natural, no tiene sentido mantenerlos vivos en zoológicos.
Si un zoológico trata bien a su oso, como cree que el zoológico de Berlín lo estaba haciendo con Kurt, entonces, mantener unos pocos en cautiverio es un precio que vale la pena pagar.
Sacrificar esos animales se justifica en la medida en que se transforman en embajadores de su especie, produciendo admiración en los corazones de los seres humanos. No queremos que se extingan ni los tigres ni los osos polares.
La cercanía de los animales de zoológico siempre asombrará a los niños y los adultos de una manera en que los documentales de televisión no pueden hacerlo. Esto tiene beneficios no sólo para elevar la conciencia respecto a los osos polares, sino también para subrayar el problema del cambio climático.
Si Knut atrajo un millón de personas a verlo y esta gente quedó impresionada, es el papel más importante que puede jugar un zoológico.