Los nueve meses en el seno materno son los más importantes de la vida

A partir del momento en que el óvulo es fecundado por un espermatozoide, comienzan a producirse, en el cuerpo de la mujer, cambios físicos y psíquicos importantes destinados a adaptarse a la nueva situación durante los nueve meses siguientes

Las enfermedades del corazón, el cáncer o la diabetes, son algunas dolencias crónicas que determinan la esperanza de vida. La obesidad, el tabaquismo y el estrés también están implicados.

Se sabe que algunas de las causas de la muerte prematura están vinculadas a la hipertensión o a desórdenes en el metabolismo como la resistencia en la insulina, pero ¿por qué algunos lo sufren y otros no?

La genética ofrece sus respuestas pero no explica por qué el fallecimiento por enfermedades coronarias eran algo raro hace un siglo y ahora es la causa más común en el mundo.

La búsqueda por fórmulas para prevenir estos desórdenes crónicos continúa, pronto habrá 250 millones de diabéticos en el mundo, muchos de los cuales ni tienen sobrepeso ni llevan una vida sedentaria.
Uno de los estudios más impactantes sobre las causas de la diabetes se hizo en un área rural de India, los campesinos llevaban aparentemente una vida modelo: dieta vegetariana, mucha actividad física y eran delgados. Y sin embargo la diabetes era prevalente.

Estudios de largo plazo han demostrado que quienes desarrollan enfermedades crónicas se han desarrollado de forma diferente en el seno materno y durante la primera infancia.

Su peso al nacer tendía a estar en el nivel más bajo de lo considerado normal.

Parece que las personas fueran como autos. Pueden romperse si son manejados por carreteras complicadas, pero sobre todo si presentaron defectos de fábrica.

El desarrollo en el vientre de la madre marca la constitución del ser humano, determina lo vulnerable que es a los problemas a los que se enfrenta y cómo los afronta. Y todo eso, para el resto de la vida.

Como cualquier criatura, el desarrollo en el seno materno y durante la infancia viene moldeado por el entorno, y sobre todo la alimentación.

La persona no se determina en el momento de la concepción, sino por el intercambio entre la herencia genética y la alimentación que se recibe o no mientras se desarrolla.

Si los genes cruciales no se activan durante la fase en que se es un feto de forma adecuada, eso puede alterar la constitución del feto por el resto de su vida.

La malnutrición y otros factores adversos también ralentizan el crecimiento, y es por eso que las enfermedades crónicas están asociadas al bajo peso en el parto.

Es una cuestión simple, se puede comprobar que alterar la dieta de un animal en gestación resulta en crías con alta presión arterial, obesas o incapaces de controlar el nivel de azúcar en sangre.

La historia también muestra algunos ejemplos de la vida real en humanos.

En la última fase de la ocupación alemana de Holanda durante la II Guerra Mundial, el país sufrió una hambruna que duró cinco meses que resultó en una caída generalizada en el peso de los bebés en el momento del parto.

Los estudios sobre esperanza de vida de algunos de ellos, que ahora tienen más de 60 años, muestran que han vivido con un riesgo mayor al de sus hermanos de padecer hipertensión, colesterol alto, enfermedades del corazón, diabetes y hasta cáncer de mama.

Alrededor del mundo, China, EE.UU., Europa y Medio Oriente, los registros de bajo peso al nacer también han sido asociados a una menor esperanza de vida. 
Como muchos seres vivos, el recién nacido se enfrenta a numerosos desafíos y no tiene suficientes recursos como para perfeccionar cada aspecto de su cuerpo. Así que los atiende de forma jerarquizada.

El crecimiento del cerebro es prioritario y el desarrollo de órganos como los riñones o los pulmones, que el feto no usa, se deja de lado y pueden ser eclipsados por otras prioridades.

La mayoría de los órganos tiene un periodo crítico durante el desarrollo en el que tienen que madurar.

Se trata de un momento breves que se da en fases diferentes para cada sistema, la mayoría en el seno materno. Sólo el cerebro, el hígado y el sistema inmunitario continúan desarrollándose tras el nacimiento.

Si un órgano fracasa en madurar durante ese periodo crítico, las consecuencias son permanentes. Por ejemplo, la capacidad de los riñones de cumplir su función está determinada por lo que pase en la semana 36 de la gestación, y puede ser medido por el número de unidades en funcionamiento (nefronas).

Más nefronas es bueno porque eso reduce el riesgo de sufrir hipertensión. Pero para el feto, el riñón no es prioritario porque se sirve del de la madre hasta que nace.

El feto es alimentado por el cuerpo de su madre. Pero esto no significa sólo lo que la madre come cada día, eso sería una estrategia demasiado peligrosa.

Aunque lo que come la madre importa, el desarrollo del bebé depende también de los alimentos almacenados en el cuerpo de la madre y de cómo los procesa, lo que a su vez depende de su nutrición a lo largo de toda la vida.

El peso del bebé en el momento del nacimiento refleja cómo fue alimentado durante el embarazo y determina el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas a lo largo de su vida.

Es mejor pesar 3,2 kilogramos que 2,7; de la misma forma en que es mejor 3,6 que 3,2.

Y es que eso implica que las variaciones en el suministro de alimento por parte de una madre en estado de salud normal a un bebé también saludable tienen enorme repercusión en su esperanza de vida.

¿Qué se puede aprender de todo esto? La prevención de enfermedades crónicas y el incremento de las posibilidades de tener una vida más larga y saludable depende de la mejoría de la nutrición de las mujeres jóvenes.

Muchos fetos todavía reciben una alimentación poco equilibrada e inadecuada alrededor del mundo.

Las enfermedades coronarias, la diabetes tipo 2, el cáncer de mama y otras dolencias crónicas se pueden prevenir. Su incidencia no es inevitable ni viene determinada por la genética. Son el resultado de un cambio de patrón en el desarrollo humano.


Deja un comentario