Por muchos años, se creyó que la Hemofilia o problemas de coagulación se trataba de un padecimiento de los monarcas, pues muchos reyes la padecieron.
Sin embargo, hoy se sabe que es una enfermedad congénita que afecta la capacidad de coagulación.
Entre los casos más famosos destaca la descendencia de la reina Victoria, quien gobernó el Imperio Británico durante el siglo XIX. Ejemplo de ello fue Leopoldo, su único hijo varón quien murió de una hemorragia tras sufrir una caída. En tanto, otra de sus hijas, Beatriz, casó con el rey Alfonso XIII de España, desarrollando esta enfermedad de sus hijos varones, Alfonso y Gonzalo. Ambos murieron en los años treinta del siglo pasado debido a las hemorragias que les ocasionaron accidentes leves de tráfico.
Pero sin duda el caso más conocido de esta enfermedad es el de Alexei, el único hijo del zar de Rusia Nicolás II. Su padecimiento ocasionaba fuerte preocupación en los padres del heredero del imperio ruso, lo que facilitó la aparición y ascenso de Rasputín, un monje y místico quien se decía lograba mejorar la salud del príncipe tan colo con sus rezos. No obstante, Alexei fue asesinado en 1918 junto con su familia por los bolcheviques tras el inicio de la Revolución Rusa.