Grasa sintética puede limitar el riesgo cardiovascular

Las personas que han sufrido un infarto pueden beneficiarse de la grasa sintética para su recuperación.


Una grasa sintética llamada “Intralípid”, que se emplea como un componente de la nutrición intravenosa y para tratar las sobredosis de anestésicos locales (algo que ocurre rara vez), puede ofrecer protección en pacientes que han sufrido un infarto cardiaco.

Actualmente el tratamiento de los infartos se enfoca a limitar la duración del período isquémico, es decir de la falta de aporte de oxígeno, cuando se reduce el abastecimiento de sangre y la subsecuente apertura de las arterias para restablecer el flujo de las coronarias, que son las que llevan sangre oxigenada al corazón.

Es bien sabido que el músculo cardiaco puede resultar dañado después de que el oxígeno y los nutrientes regresar a las células que sufrieron carencia de los mismos. Este fenómeno recibe el nombre de daño por reperfusión y los científicos han buscado la manera de minimizar dicho daño.

Un estudio preclínico llevado al cabo en la Universidad de California, campus Los Angeles (UCLA) demostró la forma en que la grasa sintética Intralípid, (una emulsión hecha a base de una combinación de aceite de soya, fosfolípidos de huevo y glicerina que proporciona ácidos grasos esenciales) puede prevenir el daño cardiaco y preservar la función del corazón cuando se emplea durante la reperfusión cardiaca, es decir cuando se regresa el flujo sanguíneo al corazón, inmediatamente después de un infarto.

Esta investigación muestra que las grasas sintéticas pueden contribuir a la integridad y función de las células cuando el cuerpo está bajo estrés, como ocurre durante un infarto. Este descubrimiento introduce una nueva forma de reducir el daño al músculo cardiaco ocasionado por la reperfusión o prolongar la tolerancia de un tejido o un órgano ante la falta de oxígeno.

El descubrimiento puede tener implicaciones en terapias futuras. Los investigadores afirman que la técnica del empleo de grasa sintética no se limita al corazón y podría ser empleada en cualquier órganos que sufre de falta de aporte sanguíneo o en órganos empleados para trasplantes.

Los resultados de este estudio, liderado por el Dr. Siamak Rahman, profesor de anestesiología en la Escuela de Medicina de la UCLA, aparecen publicados en la edición de agosto de la revista médica Anesthesiology, publicada por la Sociedad Americana de Anestesiología.

Fuente: Escuela de Medicina, UCLA


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