El consumo excesivo de alcohol no sólo ocasiona conflictos laborales por la falta de productividad y el ausentismo, enfermedades como la cirrosis y una mayor probabilidad de enfrentar accidentes.
También es causa de inestabilidad familiar y en no pocos casos, de violencia intrafamiliar.
Esto se origina porque en muchas ocasiones el bebedor se vuelve poco tolerante y hasta violento, lo que se traduce en agresividad hacia las personas cercanas, como amigos, familiares e incluso con la pareja e hijos. Cifras de la Secretaría de Salud señalan que el 6.8% de los varones y el 5% de las mujeres reconocen abiertamente que al beber, su principal dificultad son las discusiones y peleas con su pareja.Otros estudios indican que en el 90% de los casos de mujeres maltratadas, su pareja es alcohólica. Asimismo se estima que entre los hombres golpeadores, entre el 25% y el 85% son dependientes a esa sustancia.
Este problema se agudiza ya que el consumo de alcohol se incrementa incluso entre los jóvenes y las mujeres y que en muchas ocasiones el mismo afectado se niega a reconocerlo, bajo el argumento de que puede abandonar este hábito en cuanto lo decida.
Ante los riesgos que representa la mezcla de alcohol y violencia, los especialistas recomiendan evitar el exceso en el consumo y buscar ayuda especializada en cuanto el alcohólico muestre los primeros signos de actitudes violentas, es decir, cuando el consumir este tipo de bebidas genere discusiones con la pareja, cuando el bebedor sufra accesos de ira y especialmente, cuando las agresiones se vuelvan físicas.