Son múltiples los beneficios conocidos de las relaciones sexuales. Se considera que el sexo quema calorías, reduce el estrés, mejora la depresión, reduce el dolor, disminuye el riesgo de cáncer, así como de infartos y muerte e incluso reduce la frecuencia de los bochornos en las mujeres que están en torno a la menopausia.
Asumiendo que las aseveraciones anteriores son una realidad, la siguiente pregunta sería: ¿de que manera podemos resolver la vida sexual para maximizar sus beneficios para la salud?. ¿Puede una masturbación resultar tan “nutritiva” como una noche de relación sexual pasional?
Stuart Brody, psicólogo de la Universidad del Oeste de Escocia ha dedicado su vida profesional al estudio del sexo y en su artículo de revisión publicado en el 2010 “Los Beneficios Relativos para la Salud de Diferentes Actividades Sexuales”, concluyó que la relación sexual que involucra el pene y la vagina es la que mayor beneficios psicológico aporta. Se apoyó en datos proporcionados en el 2009 que estudiaron a 3000 suecos que tenían relaciones sexuales pene/vagina y reportaron altos niveles de satisfacción sexual, salud y bienestar.
No se trata de que la masturbación sea mala; un estudio realizado en 1988 encontró que la autoestimulación de los genitales genera un efecto analgésico, aumentando el umbral al dolor en las mujeres; y en el 2003, un estudio relacionó la masturbación con una reducción en el riesgo de cáncer de próstata, algo que los investigadores relacionaron con la frecuencia de la eyaculación, sin embargo, un estudio subsecuente no confirmó esta relación y concluyó que el riesgo de cáncer de próstata no estaba relacionado con el número de eyaculaciones.
Lo que es una realidad es que la masturbación no mejora un estado de ánimo depresivo. El estudio de Brody encontró que las personas que reportaron masturbarse frecuentemente registraron menores niveles de calidad en su salud y bienestar que los que tenían relaciones sexuales pene/vagina. Un estudio llevado al cabo en el 2004 reveló que las mujeres de edad media que sufrían de depresión se masturbaban más y reportaron menor satisfacción en su vida sexual con parejas que las mujeres sin depresión.
Aparentemente la cura sexual para la depresión implica semen. Un estudio de alrededor de 300 mujeres estudiantes en Albany, N.Y. encontró que la depresión se incrementaba en función del tiempo que la joven permanecía sin tener relaciones sexuales pene/vagina. Las mujeres más felices en el estudio eran las que tenían relaciones sexuales convencionales, pero este efecto “antidepresivo” desapareció cuando usaban preservativo. Las chicas que no tenían relaciones sexuales pene/vagina o usaban condón, reportaron más intentos de suicidio que aquellas que nunca usaban condón durante el sexo. Aunque el estudio no es lo suficientemente riguroso como para proporcionar conclusiones sólidas acerca del efecto antidepresivo del semen, se considera teóricamente posible que el semen realmente tenga propiedades antidepresivas, ya que contiene hormonas, neurotransmisores y otras sustancias, incluyendo testosterona, prostaglandinas y hormonas que estimulan la ovulación.