Hoy en día la cirugía refractiva es un procedimiento rápido, sencillo y que conlleva poco riesgo. Permite corregir los defectos más comunes de la visión: miopía, astigmatismo e hipermetropía. Sin embargo, es fundamental que quien la realice sea un oftalmólogo experimentado y familiarizado con el procedimiento y el aparato con el cual la lleva al cabo.
La cirugía refractiva consiste en un la aplicación de láser en la córnea, que es la estructura que recubre el iris del ojo (la parte con color) y la pupila (el orificio por el cual entra el haz de luz hacia el cerebro, que se ve como un círculo negro). La córnea es transparente y se encuentra sobre el iris y la pupila como la carátula de un reloj.
El equipo más reciente para realizar cirugía refractiva es el Amaris, que cuenta con un sistema inteligente que permite mayor precisión al momento de la intervención.
La recuperación después de una cirugía refractiva con este equipo de séptima generación es más rápida y segura que con aparatos de generaciones anteriores.
Para saber si una persona con miopía, astigmatismo o hipermetropía es candidata a la cirugía refractiva debe someterse a estudios que permiten valorar el estado de su córnea. Estos son: la topografía corneal, una fotografía que evalúa la superficie de la córnea, la paquimetría, un estudio con ultrasonido que determina el grosor de la córnea y el estudio de fondo de ojo para descartar trastornos de la retina.
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