La cirrosis es la destrucción del tejido hepático. En los hombres de 35 y 64 años representa la tercera causa de mortalidad en México.
La cirrosis es el daño más profundo que puede sufrir el hígado y tiene varias causas. La Dr.a Aurora Loaeza del Castillo, gastroenteróloga explica que las causas más comunes de cirrosis, son el hígado graso, el consumo de alcohol, la infección por el virus de la hepatitis C, principalmente.
La esteatohepatitis no alcohólica es un problema creciente que de no revertirse oportunamente desemboca en cirrosis. Esta condición se presenta en las personas tienen sobrepeso u obesidad.
La Dra. Loaeza del Castillo comenta que éste cúmulo de grasa en forma de triglicéridos puede estar ahí hasta cierto punto pero cuando el hígado trata de eliminar esa grasa, produce sustancias que destruyen al hepatocito, entonces es por eso, que el hígado graso es asociado a obesidad.
El daño que el alcohol ocasiona al hígado es bien conocido, ya que éste es el órgano encargado de su metabolismo. En las mujeres, el daño hepático suele ser mayor porque en el estómago tienen menos enzimas que depuran el alcohol, recayendo casi la totalidad del trabajo en el hígado.
La gastroenteróloga Loaeza del Castillo comenta que al pasar al torrente sanguíneo, ya al llegar al hígado, el hepatocito es la célula que trata de eliminar al alcohol, y al tratar de eliminarlo se forman sustancias tóxicas para esta misma célula que la pueden destruir. Explica que se puede acumular grasa y con el consumo frecuente, el hígado se va reparando de esa destrucción de las células, va haciendo cicatriz y la etapa final de esta cicatrización del hígado es justamente la cirrosis.
El daño hepático ocasionado por la cirrosis suele pasar desapercibido porque no se acompaña de síntomas. La única forma de establecer el diagnóstico de cirrosis es mediante un estudio de sangre que permite medir la función hepática. Para prevenir la cirrosis es necesario conservar la línea, alimentarse sanamente, hacer ejercicio, evitar el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y vacunarse contra la hepatitis B, que también predispone al daño crónico del hígado.
Una vez presente la cirrosis no se puede revertir y la única opción es el trasplante de hígado.
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