La educación no es útil únicamente para el cerebro, también lo es para el corazón, de acuerdo con un nuevo estudio de investigadores de la Universidad de Brown, en Rhode Island.
En el estudio longitudinal, hubo cerca de 4000 participantes en siete diferentes exámenes a lo largo de 30 años. Empleando lo que los investigadores describen como “modelos lineales mixtos”, grabaron (y luego calcularon) el promedio de la tensión arterial sistólica (la cifra alta) entre los participantes. La presión arterial sistólica mide la tensión que ejerce la sangre sobre la pared de la arteria cuando el corazón se contrae. (La cifra baja, llamada diastólica mide la tensión que la sangre ejerce sobre la pared de la arteria cuando el corazón se relaja). De acuerdo con la Clínica Mayo, la hipertensión arterial sistólica puede llevar a un accidente vascular cerebral, a un evento cardiovascular, a un padecimiento renal crónico e incluso a la demencia.
Los investigadores agruparon a los participantes en tres categorías: los que tenías menos de 12 años de educación (es decir que habían llegado a la preparatoria o menos), a los que tenían entre 13 y 16 años de educación y a los que contaban con 17 años o más de asistir a clases (es decir los que contaban un grado de licenciatura).
De acuerdo con los resultados, los investigadores concluyeron que los efectos del nivel educativo en la tensión arterial son mayores en las mujeres. Después de hacer ajustes con respecto a la edad, encontraron que las mujeres participantes con menos de 12 años de escolaridad tenían una tensión arterial mayor en 2.69 mmHg (milímetros de mercurio) que aquellas que habían asistido a clases durante un mínimo de 17 años.
Los autores del estudio concluyeron que un bajo nivel educativo puede tener un impacto a largo plazo sobre la tensión arterial en las mujeres.
En los hombres, el resultado fue menos significativo.