Uno de los problemas más serios que puede enfrentar una pareja es no lograr el embarazo. En el 40% de los casos la causa se origina en la mujer, en otro 40% en el hombre y en el restante 20% en ambos.
En el caso de los varones, una de las principales causas de la infertilidad es la oligospermia o baja producción de espermatozoides. De acuerdo con los urólogos, para que un hombre pueda considerarse fértil debe tener un conteo de entre 20 y 200 millones de espermatozoides por mililitro, lo que permite que por lo menos el 60% de los mismos tenga forma y movilidad normal.
Sin embargo, existen pacientes cuyo conteo es de menos de 20 millones de espermatozoides, lo que reduce las posibilidades de fecundación.
La oligospermia puede tener diversas causas como el varicocele o várices en las venas del cordón espermático del testículo, que afecta la funcionalidad de sus válvulas y genera infertilidad. También puede deberse a infecciones como paperas, al consumo de algunos fármacos o por someterse a radiación. Algunos especialistas señalan que también puede deberse al estrés y al sobrecalentamiento de los testículos, ya que deben estar a una temperatura menor a la del cuerpo.
Su tratamiento se basa en técnicas hormonales a fin de incrementar la producción de espermatozoides.
Otra causa común de infertilidad es la azoospermia o falta de espermatozoides en el semen, que puede ser de dos tipos: la secretora, es decir con una nula producción de espermatozoides, o la obstructiva con una interrupción en los conductos que permiten el viaje de los espermatozoides desde los testículos hacia el exterior.
La azoospermia afecta del 10 al 15% de los hombres infértiles. La secretora puede deberse a problemas cromosómicos, hormonales, a golpes o traumatismos en los testículos, al escaso desarrollo de esta glándula o a criptoquirdia, es decir falta de descenso de alguno o ambos testículos.
En el caso de los problemas obstructivos, estos pueden deberse a inflamaciones o golpes en el testículo o en los conductos que llevan los espermatozoides o por problemas genéticos que ocasionan anomalías en estas vías.
Cuando el origen es obstructivo existen tratamientos quirúrgicos que pueden eliminar el problema, sin embargo cuando la causa es de tipo hormonal o genética el daño es irreversible.