Una investigación reciente señala que una pequeña cantidad de productos alimenticios con una etiqueta que diga «podría contener» sí contienen un alérgeno , mientras que cerca del dos por ciento de los productos alimenticios que no lo indican también los contienen.
Pero los productos en cuestión con más frecuencia provenían de empresas pequeñas, según anotaron los autores de un estudio que se espera que sea presentado en la reunión anual de la American Academy of Allergy, Asthma and Immunology (Academia Estadounidense de Alergias, Asma e Inmunología) en Washington D. C.
«No hicimos una investigación exhaustiva de cada producto disponible, aunque algo que sí notamos es que los productos que no tenían estas etiquetas pero sí tenían proteínas detectables provenían de las empresas pequeñas», señaló el Dr. Scott H. Sicherer, autor principal del estudio y profesor asociado de pediatría del Instituto de alergias alimentarias Jaffe de la Facultad de medicina Mount Sinai de la ciudad de Nueva York.
«Entonces, para lo que vale, podríamos suponer que las empresas pequeñas no supervisan tanto».
Aún así, agregó Sicherer, comprar ciertos tipos de productos alimenticios podría ser una ruleta rusa para los que tienen alergias.
«Si usted es un paciente de una alergia alimentaria, es probable que las empresas grandes sean preferibles», coincidió el Dr. David Resnick, director de alergias e inmunología del Hospital infantil Morgan Stanley del Hospital Presbiteriano de Nueva York en esa ciudad.
Las alergias alimentarias, que afectan a cerca del dos por ciento de los adultos y al cinco por ciento de los bebés y los niños pequeños de los EE. UU., pueden variar de levemente irritantes a potencialmente mortales.
«No se informa sobre muchas muertes por alergia al huevo, pero es más probable que las haya con el maní», aseguró Resnick. «Si compra dinero de una empresa pequeña y tiene una alergia grave, por ejemplo al maní, necesita ser realmente cuidadoso».
La Ley de etiquetado de alérgenos en los alimentos y protección del consumidor de 2004 (en inglés FALCPA) comenzó a exigir nuevas etiquetas en los alimentos empacados que contuvieran «alérgenos alimentarios importantes», es decir, leche, huevos, pescado, mariscos, nueces, trigo, maní, soya o cualquier otro ingrediente que contenga proteína derivada de alguno de estos alimentos o grupos de alimentos.
Entre otras cosas, las etiquetas debían incluir descripciones en lenguaje sencillo de los ingredientes y de los posibles alérgenos. Por ejemplo, se usa «leche» en lugar de «caseína».
Sin embargo, el asunto con las etiquetas del tipo «podría contener» no se tuvo en cuenta. Entre ese tipo de advertencias se encuentran «podría contener maní», «procesado en equipo compartido» o «fabricado en un centro que procesa maní o leche».
Los consumidores (y probablemente algunos expertos) han estado confundidos por este tipo de etiquetado que, según Sicherer, no está regulado.
Entre los productos alimenticios seleccionados al azar y obtenidos en el supermercado que tenían ese tipo de etiquetas, el 5.3 tenía niveles detectables de huevo, leche o maní.
Entre los productos examinados que no llevaban la etiqueta del tipo «podría contener», el 1.9 por ciento tenían niveles detectables de uno de los alérgenos.
En total, se probaron 399 productos.
Aunque los investigadores no examinaron esto específicamente, cerca de la mitad de los 19 productos que contenían un alérgeno podrían suscitar una reacción en una persona sensible, aseguró Sicherer.
El grupo tampoco exploró el tipo de alimentos o grupos que más probablemente contendrían alérgenos, aunque otros investigadores que informan en la misma reunión hallaron que los chocolates negros eran ofensores consumados.
Un vocero de la industria alimentaria aseguró que el etiquetado actual obedece a los mejores avances científicos disponibles.
«Nuestros miembros tienen el compromiso de asegurar que los consumidores alérgicos a algún alimento cuenten con la información que necesiten en las etiquetas para tomar decisiones informadas sobre si es adecuado que consuman algún alimento en particular», señaló Brian Kennedy, director de comunicaciones de la Grocery Manufacturers Association, que tiene sede en Washington D. C. «Por eso respaldamos el uso de criterios de orden científico de las procesadoras de alimentos y bebidas para determinar si es necesaria una advertencia complementaria o del tipo «podría contener» sobre los alérgenos.