El acoso escolar o bullying ha despertado particular interés en los investigadores desde la década de los 70, pero fue hasta los 90’s, cuando los Estados Unidos comenzaron a preocuparse por el gran número de casos de niños que habían sido víctimas del bullying, cometieron matanzas en escuelas. De acuerdo con las estadísticas disponibles en la actualidad, 15 por ciento de los niños en edad escolar están involucrados en el bullying ya sea como víctimas o victimarios.
La Dra. Jaana Juvonen, profesora de Psicología del Desarrollo en la UCLA explica que antes se pensaba que el bullying implicaba solo peleas a golpes y agresión física, pero hoy se sabe que muchas formas de bullying son muy discretas, sutiles como la exclusión y la propagación de chismes o rumores, que son difíciles de detectar.
En la actualidad se conocen factores de riesgo que contribuyen tanto a la conducta relacionada con el acoso, como para ser víctimas del bullying… Si bien los padres no deben sentirse culpables por el hecho de que su hijo sea perpetrador de bullying o víctima, sí hay factores familiares y educativos que influyen en ambas conductas.
La Dra. Juvonen explica que cuando los padres están tensos y son poco pacientes con sus hijos, los pequeños pueden desquitarse con otros niños en la escuela. Explica que los que ejercen el bullying tienen una tendencia a dominar y sentirse fuertes, especialmente en situaciones donde se sienten socialmente inseguros, cuando enfrentan una situación nueva como un cambio de escuela o acontecimientos familiares que generen inestabilidad e incertidumbre. En esos casos los niños susceptibles ejercen el bullying para afirmarse y sentirse fuertes.
Por otro lado los niños que son víctimas de acoso suelen ser aquellos que viven en condiciones de sobreprotección por sus padres.
La profesora de la UCLA revela que los niños víctimas de bullying suelen ser tímidos, con tendencia a dudar y que esto puede ser originado por la sobreprotección de sus padres o cuidadores que buscan a toda costa amortiguar cualquier desencanto que sufra el niño en la vida, protegiéndolo de experiencias que puedan resultarle desagradables, de tal forma que el niño no aprende a manejar este tipo de situaciones y no tiene experiencia en la interacción social.
La reacción de la víctima de bullying es fundamental para que el acosador siga su práctica… Los niños que lloran o se muestran heridos después de ser insultados o de recibir un apodo reafirman la sensación de poder en el acosador. Además, el hecho de que otros niños apoyen al que ejerce el bullying, no necesariamente porque aprueben su conducta sino posiblemente por temor a volverse blanco de acoso, también contribuyen a fortalecer al acosador. De ahí la importancia de que los niños que son testigos de acoso escolar a un compañero no se rían, no aprueben la conducta y no contribuyan difundiendo rumores que el acosador inicia. Los estudios más recientes demuestran que cuando un niño con tendencia a ejercer el bullying no se siente apoyado ni admirado por sus compañeros, modifica su conducta.