La leucemia mieloide crónica (LMC), que supone el 15% de todos los casos de leucemias, se puede tratar con comprimidos que se administran una o dos veces al día, con resultados de supervivencia muy buenos. Antes, el tratamiento se basaba en una quimioterapia suave de hidroxiurea o en la administración de interferón subcutáneo, con numerosos efectos secundarios y que solo alargaba un poco la supervivencia de los pacientes.
No se evitaba que esta enfermedad crónica se transformara en aguda y que el paciente muriera. Lo único que podía impedirlo era el trasplante de médula ósea, que se aplicaba en pacientes jóvenes y que tenía una tasa de mortalidad respetable, comenta el Dr. Francisco Cervantes, consultor del Servicio de Hematología del Hospital Clínic, de Barcelona, y presidente del comité científico de la LIII Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia y del XXVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasis.
La aprobación en España de imatinib, el primero de los fármacos orales desarrollados, supone una auténtica revolución. En la actualidad, se dispone de un seguimiento con este fármaco de once años en primera línea (es decir, como primer tratamiento que se administra a los pacientes con LMC) y de trece años como terapia de segunda línea.
A pesar de que este medicamento no cura la enfermedad, tiene un efecto muy intenso, que reduce mucho el número de células leucémicas en la mayoría de pacientes, de forma que se utilizan métodos muy sofisticados para detectarlas. A estos pacientes les queda una enfermedad mínima residual y tienen que seguir con los comprimidos.
Los nuevos fármacos para la leucemia, nilotinib y dasatinib, están por ahora en segunda línea, es decir, se administran como segunda opción terapéutica, cuando ha fallado imatinib. Gracias a ellos, se puede rescatar a la mitad de los pacientes que no responden al primer medicamento o que no lo pueden tomar por sus efectos secundarios.
Estos resultados exitosos no son todavía hoy extrapolables a otros tipos de leucemias. Estas sustancias bloquean un marcador molecular muy específico de la LMC, que tienen más del 95% de los pacientes.