Los temores infantiles varían dependiendo de la personalidad y el carácter de cada niño, y de las situaciones que vive, los miedos son universales y empiezan en el primer año de vida, y se presentan con mayor incidencia entre los 4 y los 6 años de edad. En ese periodo, el niño empieza a tener miedo a los insectos, a los animales, a la oscuridad, a las personas desconocidas, a los ruidos fuertes, a juguetes desconocidos, a los relámpagos y a las tormentas, a la muerte, etc. Los miedos más comunes que experimentan los niños son:
Miedo a las personas desconocidas
Es necesario hablar con el niño sobre los peligros reales que tiene hablar con personas desconocidas, pero no debes aumentar sus miedos. Trata de enseñarle algunas reacciones para protegerse de los desconocidos, por ejemplo: no aceptar caramelos, ni regalos, ni dar la mano o dar un paseo con esa persona. En el caso de que le obliguen a ello, dile que debe pedir ayuda y dirigirse siempre a quién le está cuidando en ese momento. Transmítele confianza y seguridad, pero enséñale a ser precavido ante las personas que no conoce.
Miedo a la oscuridad
Este miedo puede estar relacionado con algún cuento sobre monstruos o brujas, que fue mal explicado, también puede estar relacionado con las pesadillas, sueños o algún acontecimiento como el cambio de domicilio o determinadas situaciones imaginarias. Hay niños que se sienten más seguros si dejas alguna luz cercana encendida. No hay nada de malo en eso, pasado un tiempo, se le pasará.
Miedo a los relámpagos y las tormentas
Cuando haya tormentas, cierra la ventana y deja que tu hijo pueda ver la lluvia y cuenta con él los relámpagos que aparecen en el cielo, siéntate a su lado y explícale la verdadera naturaleza de los fenómenos, el por qué de la lluvia, de los relámpagos, etc. Y, sobre todo, déjale claro que esos fenómenos son naturales, pasajeros y no hacen daño.
Miedo a los animales
Es muy normal que un niño sienta miedo cuando se le acerca algún animal que no conoce, las distancias deben reducirse muy lentamente, sin que el se sienta forzado a ello. Sería conveniente que, desde una edad temprana, ayudaras a tu hijo a familiarizarse con los animales, enseñándole fotografías, contándole cuentos de animales o viendo documentales sobre su vida y comportamiento. El proceso es lento y se debe tener mucha paciencia. Acércate a un perro, por ejemplo, y acaríciale. Luego propon a tu hijo que haga lo mismo, pero cuando le apetezca. Es importante que le enseñes que antes de tocar a algún animal desconocido, se debe pedir permiso a su dueño, y sólo él podrá decirte si puedes acercarte o no al perro.
Miedos nocturnos
Hay niños que sólo consiguen conciliar el sueño en compañía de sus padres, el miedo a dormir solo puede estar relacionado a otros miedos. Si tu hijo sufre de pesadillas, acércate a calmarlo hasta que se tranquilice. Háblale del tema y dale mucho cariño y confianza. El miedo no es motivo de preocupación, siempre que observes que no interfiere en su desarrollo normal. Pero si alguno de sus miedos le impide hacer una vida normal, es probable que necesite apoyo psicológico.