Un nuevo estudio muestra que el consumo permanente del té negro, rico en flavonoides, reduce significativamente la presión sanguínea.
Investigadores encabezados por el Dr. Jonathan Hodgson de la Universidad de Australia Occidental en Perth, Australia realizaron un estudio aleatorio, controlado por placebo, en 95 hombres y mujeres, que eran consumidores corrientes de té. Los participantes tenían un índice de masa corporal promedio de 25 kg/m2 y una presión sanguínea sistólica, promedio, durante el día, de 121 mm. de Hg, al inicio del estudio.
Durante un período de cuatro semanas, todos los participantes consumieron una dieta baja en flavonoides junto con tres tazas de té de hojas corrientes, al día. Durante el período de intervención de seis meses, los participantes fueron divididos aleatoriamente para tomar tres tazas, al día, 1.493 mg de sólidos de té negro, en polvo, que contenían 429 mg de polifenoles y 96 mg de cafeína, o una bebida placebo que era comparable en sabor y contenido de cafeína.
Los resultados mostraron que tomar tres tazas al día, por seis meses, disminuyó, tanto la presión sistólica, como la diastólica. En las lecturas sistólicas, la presión arterial era menor en 2,7 mm Hg a los tres meses y menor en 2,0 mm Hg a los seis meses, en los participantes que estaban tomando té.
Para la presión sanguínea diastólica, las diferencias eran 2,3 y 2,1 mm, respectivamente. Según los investigadores, inclusive estos cambios pequeños podrían tener un gran impacto en la salud, a nivel de la población, generando una reducción posible de 10% en la prevalencia de hipertensión y una disminución de 7%-10% en el riesgo de enfermedad cardiovascular.
El estudio fue publicado en la revista Archives of Internal Medicine.
La disfunción endotelial puede ser un marcador temprano de cambios en la presión sanguínea, y hay evidencia de que el consumo de té mejora la función endotelial, concluyo el Dr. Hodgson. Los flavonoides del té afectan el estatus del óxido nítrico y reducen los niveles de endotelina, esto podría contribuir a reducir el tono vascular y disminuir la presión sanguínea. Otro mecanismo posible implica los efectos de los flavonoides del té sobre el peso corporal y la obesidad visceral.
El té es una bebida aromática que se prepara mediante la adición de hojas curadas de la planta, Camellia sinensis, en agua caliente; el término también se refiere a la planta misma. Después del agua, el té es la bebida de mayor consumo en el mundo y, normalmente, es la fuente principal de flavonoides, suministrando, frecuentemente, más de la mitad de la ingesta total. Existen, por lo menos, seis clases diferentes de té: blanco, amarillo, verde, oolong, negro y post-fermentado. El tipo de té se determina por el procesamiento al que es sometido; el té negro es marchitado, algunas veces, aplastado y completamente oxidado. El calentamiento detiene la oxidación y se hace simultáneamente con el secado.