Ser un acumulador compulsivo es una enfermedad, los pacientes no adquieren cosas, sino que no tiran cosas. Es decir, lo que hacen es acumular los residuos que se van produciendo en el domicilio (en particular, basura y restos orgánicos –heces- y en menor medida, objetos que han quedado en desuso). Los acumuladores compulsivos -también llamado Síndrome de Diógenes -los pacientes intentan ordenar las cosas, no pueden justificar porqué realizan esta actividad acumuladora ni la razón por la cual se auto-abandonan tanto; de hecho, frecuentemente, no parecen ser conscientes de que hay un problema. Habitualmente, son los vecinos y los familiares quienes dan la voz de alarma.
Este síndrome suele aparecer en la tercera edad. La mayor parte de las veces, cuando el paciente padece este síndrome, suele haber otra enfermedad de base que afecta las funciones cerebrales superiores, en particular, una demencia, aunque también se presenta en adultos jóvenes y adolescentes.
Los síntomas son: aislamiento social, reclusión en el propio hogar y abandono de la higiene. Las personas que lo sufren pueden llegar a acumular grandes cantidades de basura en sus domicilios y vivir voluntariamente en condiciones de pobreza extrema. Suelen mostrar una absoluta negligencia en su autocuidado y en la limpieza del hogar y reunir grandes cantidades de dinero en su casa o en el banco sin tener conciencia de lo que poseen. Por el contrario, piensan que su situación es de pobreza, lo que les induce a ahorrar y guardar artículos sin utilidad. Es frecuente que almacenen cantidades grandísimas de basura y desperdicios. Incluso se han visto casos de personas que atesoraban billetes antiguos.
El tratamiento inicial para estas personas va dirigido a tratar las posibles complicaciones derivadas del mal estado nutricional e higiénico y enseguida es necesario instaurar medidas preventivas para que el cuadro no se repita. Para ello se necesita un apoyo social suficiente. El problema es que los propios afectados suelen rechazar la ayuda, si no están incapacitados por alguna enfermedad psiquiátrica básica o una demencia, no pueden ser ingresados en una residencia sin su consentimiento, con lo que terminan volviendo a su tipo de vida anterior.
Suele darse en ancianos con cierta tendencia al aislamiento, aunque también intervienen otros factores estresantes de la edad tardía como las dificultades económicas o la muerte de un familiar, y sobre todo, la soledad. La posición socioeconómica no determina su aparición, ya que se conocen casos de personas que padecían de este síndrome que poseían títulos universitarios, con un alto nivel económico y carreras profesionales brillantes. Se aconseja a los familiares vigilar a los adultos mayores que viven solos especialmente si han observado algún factor de riesgo, como un comportamiento huraño o un aislamiento voluntario. No obstante, con frecuencia resulta difícil ayudarlos ya que son ellos los que evitan todo tipo de atención. Esto hace que a veces llegue incluso a debatirse si se trata realmente de una enfermedad, una forma de trastorno obsesivo – compulsivo, o sólo un estilo de vida.