Las bronquiectasias son una afección pulmonar crónica, irreversible y progresiva. Consisten en dilataciones permanentes del árbol bronquial, que está compuesto por la tráquea, los bronquios y bronquiolos. Se producen por la inflamación y destrucción de las diferentes partes de la pared del bronquio. Los signos más frecuentes de las bronquiectasias son la tos persistente y el aumento de la mucosidad, que deteriora el sistema de transporte mucociliar y promueve el cultivo de bacterias. En general, las bronquiectasias representan el estadio final de diferentes procesos patológicos, aunque la causa subyacente puede ser imposible de diagnosticar en cerca del 25% de los casos.
Ante una serie de síntomas respiratorios graves, suelen pensar en la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) o en el Asma y, en muchas ocasiones, las bronquiectasias más comunes, que son las no debidas a fibrosis quística, son las que pueden pasar desapercibidas.
Las bronquiectasias se pueden clasificar en dos grupos: asociadas a enfermedades congénitas y adquiridas. Las del primer grupo aparecen en enfermedades como la fibrosis quística y, las del segundo grupo, se producen como consecuencia de otras múltiples enfermedades como la EPOC, las enfermedades autoinmunes y otras diversas patologías. Hasta hace unos años, esta segunda etiología no se reconocía pues se consideraba que estas lesiones solo aparecían en personas que vivían en condiciones marginales. Al realizar Tomografías Computarizadas (TC) de alta resolución a los pacientes de EPOC, entre un 30 y un 50% de los pacientes afectados por las formas moderado-graves de la EPOC presentan bronquiectasias, que son lesiones susceptibles de contraer infecciones bronquiales crónicas y desarrollar una respuesta inflamatoria que favorece la progresión de la lesión pulmonar.
Los síntomas de esta patología suelen ser diversos, pero los más generales son infecciones respiratorias de repetición, expectoración crónica mucopurulenta o purulenta, dolor torácico de carácter pleurítico, astenia y en menor porcentaje pueden presentar expectoración hemoptoica o hemoptisis (con presencia de sangre).
También los neumólogos explican que, en algunos casos, no hay relación entre tabaquismo y bronquiectasias. En ocasiones vemos grupos de pacientes que presentan estas lesiones y nunca han fumado, se suelen hacer dos clasificaciones: al paciente fumador se le suele diagnosticar con EPOC y, al paciente que no fuma, probablemente le diagnostiquen asma u otra patología.
El diagnóstico de las bronquiectasias resulta especialmente importante para los neumólogos ya que, entre un 30 y un 50% de los casos moderados-graves que sufren de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) -que afecta a un 10,2% de la población entre 40 y 80 años de edad pueden sufrir bronquiectasias que pueden ser letales, según manifiestan los expertos, también pueden sufrir estas lesiones los pacientes inmunodeprimidos, los pacientes transplantados, los enfermos con alteraciones genéticas en determinadas proteínas (discinesia ciliar primaria), los pacientes con síndrome de Young y, en más del 25% de los casos de bronquiectasias, tienen un origen idiopático (no conocido).
Las bronquiectasias producen una dilatación del árbol bronquial e inflamación. Además de la TAC (tomografía computarizada), se recomienda realizar un cultivo de esputo con antibiograma para averiguar la combinación de microorganismos presentes en las muestras.
Los microorganismos que colonizan con mayor frecuencia son Haemophilus influenzae y Pseudomonas aeruginosa. Así pues, resulta prioritario realizar una detección precoz de Pseudomonas, pues se trata de un microorganismo muy resistente y una vez establecida se puede cronificar su presencia. Las lesiones estructurales que provocan estas colonizaciones de bacterias se pueden tratar. Cuando no se consigue la eliminación de los patógenos, la inflamación se vuelve crónica produciendo daño pulmonar. Esta respuesta inflamatoria puede ser local y también sistémica, lo cual supone un riesgo vital para el paciente
Diagnosticar a tiempo estas lesiones resulta clave para poder romper el círculo vicioso de infección e inflamación. Los especialistas explican que una persona que haya sufrido una agudización de sus bronquiectasias presenta una probabilidad superior al 30% de fallecer en los siguientes 4 años.
La elección del antibiótico depende del microorganismo causante de la infección y de su antibiograma. El objetivo de cualquiera de estos tratamientos consiste en facilitar la eliminación de las secreciones. Asimismo, las agudizaciones leves pueden tratarse ambulatoriamente por vía oral y, en los casos más graves, se recurre a la administración de antibióticos vía intravenosa.
Las fases crónicas con infección por microorganismos resistentes como las Pseudomonas, la vía de administración puede ser oral o inhalada. Entre los medicamentos más novedosos en estas fases se encuentra el Colistimetato de Sodio, que debe ser aplicado con un nebulizador específico. Antes de su aplicación se recomienda el drenaje de secreción a través de una solución salina hipertónica con ácido hialurónico para prevenir la irritación de la vía aérea.
.