La ONU presentó su primer Atlas del Clima y la Salud, un esfuerzo conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) que busca impulsar la cooperación entre profesionales de la salud pública y la meteorología en beneficio de millones de ciudadanos.
El clima tiene una gran influencia en la vida y la supervivencia de la gente, y los servicios climáticos pueden tener un profundo impacto en la calidad de esas vidas, en parte como consecuencia de unos mejores resultados sanitarios, manifiesta la directora general de la OMS, Margaret Chan, en la presentación del documento.
Sequías inundaciones y ciclones, recordaron estas dos agencias de Naciones Unidas, afectan la salud de millones de personas en el planeta, en un momento de variabilidad climática y fenómenos extremos, como el huracán «Sandy» que azota el este de EUA, que pueden desencadenar epidemias de enfermedades graves.
Diarrea, malaria, dengue y meningitis, dolencias que matan y hacen sufrir a millones de personas, guardan una relación directa con estos fenómenos climáticos, por lo que tener la capacidad de anticiparse a ellos es crucial.
El Atlas se dio a conocer en la reunión extraordinaria del Congreso Meteorológico Mundial, que se celebra en Ginebra y que tiene en su agenda como asunto principal la necesidad de fortalecer la prestación de servicios climáticos en beneficio de la sociedad, sobre todo de los más vulnerables.
El principio fundamental es que la información climática puede utilizarse para proteger la salud mediante actividades de reducción de riesgos, preparación y respuesta en todos los países, con importantes beneficios para la sanidad y el desarrollo social.
Los numerosos mapas, tablas y gráficos reunidos en este atlas, que se puede consultar en www.wmo.int/ebooks/WHO/Atlas_EN_web.pdf, muestran con claridad la relación entre salud y clima.
Se constata, por ejemplo, que en algunos lugares la incidencia de enfermedades infecciosas como la malaria, el dengue, la meningitis y el cólera puede multiplicarse por más de 100 entre una estación y otra, y variar de manera considerable de un año a otro.
En este sentido, se subraya que en los países endémicos unos servicios climáticos más robustos pueden ayudar a predecir la aparición, la intensidad y la duración de las epidemias.
Diversos estudios muestran de manera concreta cómo esta cooperación ya salva vidas, como en el caso de las olas de calor que hacen que la meningitis se propague en el África subsahariana.
Lo que se hace ahora, gracias a la cooperación entre meteorólogos y profesionales de la sanidad, es anticipar la llegada de esos vientos y posicionar de manera que la campaña de vacunación se lleva a cabo con anticipación.
El secretario general de la OMM, Michel Jarraud, puso el ejemplo de las olas de calor que en la última década han afectado a Europa y que incidieron sobre todo en las personas de mayor edad, esas olas de calor que normalmente se registran solo una vez cada 20 años podrían sucederse como promedio cada 2 o 5 años para 2050, un año para el que el numero de personas mayores que viven en ciudades, uno de los grupos más vulnerables al calor, casi se cuadruplicará en todo el mundo.
Pasaremos de 380 millones de personas mayores en ciudades en 2010 a 1.400 millones en 2050, por lo que la cooperación entre los servicios climáticos y de salud puede activar medidas orientadas a proteger mejor a la población durante los fenómenos meteorológicos extremos como las citadas olas de calor.