La medicina ya cuenta con elementos, basados en nanotecnología, tan últiles y prácticos como para medir los niveles de glucosa en la sangre de un paciente sin que tenga que pasar por un hemograma. Esto es posible gracias a nanosensores biológicos fabricados a base de nanotubos de carbono, los cuales tienen capacidad de fluorescencia cuando son iluminados con luz infrarroja.
Tal descubrimiento fue llevado a cabo por el profesor Michael Strano, investigador de la Universidad de Illinois en EUA, quien para realizar el experimento que permitió comprobar este logro, sintetizó capas de enzimas de glucosa oxidasa justo sobre la superficie de los nanotubos, comportándose como sitio selectivo de enlace para la glucosa, generando peróxido de hidrógeno (agua oxigenada), el paso siguiente fue funcionalizar la superficie con ferricianida, un ión sensible al peróxido de hidrogeno, los cuales en conjunto interactúan transformando la densidad electrónica del nanotubo y en consecuencia, sus propiedades ópticas. De esta forma, al ser iluminado por un láser infrarrojo permite ver diferencia de brillo según aumenta o disminuye el nivel de glucosa.