La legendaria cantante de blues Etta James murió el pasado viernes en el sur de California, informó su agente. tenía 73 años, la cantante murió de complicaciones provocadas por la leucemia en el Riverside Community Hospital.
La forma en que Etta James interpretaba el clásico «At Last» era la encarnación de un alma refinada: cuerdas angelicales acompañaban a su voz apasionada que cantaba tiernamente sobre un amor consumado tras una larga espera. La vida real de James no era tan refinada como esa canción. El primer éxito de la rubia de platino fue una melodía insolente de R&B sobre sexo, y era conocida como una buscapleitos que sostenía relaciones tempestuosas con su familia, sus hombres y el sector musical. Luego pasó años combatiendo una adicción a las drogas que según reconoció socavó sus grandes talentos, en otras palabras, fue una de las primeras chicas malas de la música.
«Las chicas malas… tenían el aspecto que me gustaba», escribió en su autobiografía de 1995, «Rage to Survive». Quería ser extraña, quería que me vieran, quería ser exótica como una chica del coro del Cotton Club, y quería ser tan llamativa como la prostituta más llamativa de la calle.
El espíritu de James no podía ser contenido; tal vez eso es lo que le daba tanto magnetismo en la música, y con seguridad es lo que la hizo tan dinámica como una de las leyendas no valoradas del R&B, blues y el rock n’ roll.
Es una pérdida tremenda para sus aficionados de todo el mundo. Se le extrañará.
A pesar de la reputación que cultivó, siempre se le recordará más por «At Last». La versión con toques de jazz no era la original, pero se convertiría en la más famosa y la que la definiría como una cantante legendaria. «Mi madre siempre quiso que fuera cantante de jazz, pero yo siempre quise ser vulgar», escribió en su libro.