Los nuevos tipos de familia

Actualmente ya se revolucionó el concepto tradicional de familia con la incorporación de las técnicas de procreación

¿Una madre, dos o tres? ¿Un padre o dos? ¿Un padre y una madre? ¿Dos padres? ¿Dos madres?, es notorio ya se revolucionó el concepto tradicional de familia con la incorporación de las técnicas de procreación, ya no se habla, como en otros tiempos, de la familia modelo, sino de los distintos modelos o tipos de familia.
 
Mientras la familia tradicional era nuclear, biparental y procreativamente autosuficiente, los nuevos formatos parecen muy distantes de esa estructura única en la que la mayoría de nosotros nos criamos. Esta policromía familiar cuestiona el concepto mismo de familia según quién lo mencione y sobre quién se emita el juicio. ¿De qué hablamos cuando hablamos de distintos tipos de familia? ¿De lo genético? ¿De lo vincular? ¿Del género? ¿De lo social?
 
La socióloga Irène Théry, autora de un informe que ha sentado las bases de la ley francesa que prohíbe la homoparentalidad, rechaza la idea de que una pareja homosexual pueda ser considerada progenitora en el marco de un modelo social o legal:  afirma que si permitimos que las parejas homosexuales puedan adoptar esas niñas(os) tendrán dos madres o dos padres, lo que resultará en una negación de la diferencia sexual, pero la humanidad es sexuada; así es como se reproduce.

 En una línea crítica semejante, la filósofa feminista Sylviane Agacinski señala que al hacer de la familia una construcción social, extraña a la sexuación , se olvida el lazo de filiación que une a un niño con sus padres. Si el orden humano, social y simbólico confiere a los individuos una doble filiación, masculina y femenina, no es por los sentimientos que pueden vincular a los padres entre sí, ni por los deseos que los animan o por el placer que se producen, es en razón de la condición sexuada de la existencia humana.

Las tecnologías reproductivas logran su objetivo, que es hacer nacer en múltiples combinaciones según lo que pide el cliente. Lo que resulte de esas combinaciones no es del ámbito de la tecnología reproductiva, es un desafío para el ámbito del conocimiento. 
Oponiéndose a la premisa de que los niños, para crecer bien, necesitan de un padre y una madre, los defensores de la homoparentalidad piensan que no es necesario que haya un padre o madre real para que haya en la mente infantil un concepto de padres.

Estudios sobre cómo estos formatos no tradicionales afectan a los niños en Occidente concluyen que la calidad de la familia importa más que su composición o la orientación sexual de los padres.

No obstante, pese a los vínculos positivos intrafamiliares, se advierte que los niños criados en familias homoparentales crecen intimidados por la composición de su núcleo familiar porque suelen mostrar una exacerbada preocupación por la mirada ajena. Ante estos datos, se señala que a menudo, los niños se avergüenzan de sus padres, independientemente de su condición homo o hetero: sufren si se nota que los padres tienen alguna adicción; si hay violencia; si llevan una vida promiscua; si alguno de los padres o hermanos posee capacidades diferentes.  
 
En nuestro país, a las parejas heterosexuales se suman en el presente las parejas del mismo sexo que se resisten a enfrentar los obstáculos que la ley les impone, y valiéndose de las técnicas de reproducción asistida para traer niños (as), al mundo renuncian a emprender el difiícil trayecto de la adopción legal. Incluso aquellos que desean adoptar legalmente, en el marco jurídico vigente en nuestro país donde un hombre o una mujer solteros están facultados para adoptar, uno de los miembros de la pareja homosexual puede adoptar un niño sin dar a conocer su orientación sexual.

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