Los investigadores de la Universidad de California en Berkeley, encabezados por el Neurocientífico Robert Knight, descifraron la actividad eléctrica de la región del cerebro encargada de la percepción de sonidos en el momento en que una persona escuchaba una conversación normal, después analizaron la relación entre los sonidos de la conversación y la actividad cerebral.
Esto es de gran importancia para los pacientes que sufrieron lesiones en mecanismos del habla debido a un accidente cerebrovascular o a enfermedad de Lou Gehrig y no pueden comunicarse, confirma el Dr. Knight.
Si se logra reconstruir una conversación imaginada con la actividad cerebral, miles de personas podrían beneficiarse. La técnica podría ayudar a decodificar los pensamientos de personas con problemas cerebrales.
El equipo se centró en un área del lóbulo temporal llamada circunvolución temporal superior, que además de formar parte del aparato auditivo, es una de las regiones de alta jerarquía en el cerebro, para ayudarnos a percibir y entender el sentido de los sonidos que escuchamos.
El equipo monitoreó las ondas cerebrales en la circunvolución temporal superior de 15 pacientes que estaban siendo sometidos a cirugía por epilepsia o tumores. Durante la operación se estaba tocando un audio, desde distintos altavoces, en el que se recitaban palabras y oraciones.
El experimento consistía en desenredar el caos de señales eléctricas que el audio estaba provocando en las regiones de la circunvolución temporal superior de los pacientes.
Los investigadores utilizaron un modelo computacional que ayudó a mapear qué partes del cerebro se activaban y con qué rapidez cuando se tocaban las frecuencias de sonido. Con ese modelo, cuando posteriormente se les presentaron a los pacientes palabras que debían pensar, el equipo pudo adivinar qué palabra había elegido cada uno.
Los científicos pudieron reconstruir algunas de las palabras, convirtiendo las ondas cerebrales que veían, en sonidos, basándose en el significado que sugería el modelo computacional de esas ondas.
Los detalles del estudio aparecen publicados en PLoS Biology.