Tras el escándalo internacional de implantes mamarios de la empresa francesa PIP, las inyecciones para eliminar las arrugas empiezan a provocar inquietud, sobre todo porque están sometidas en Europa a un sistema de vigilancia que es también muy poco estricto.
El diario británico The Times alertó esta semana respecto a los rellenos para las arrugas, indicando que existen 160 productos inyectables contra las arrugas autorizados para su venta en Gran Bretaña, frente a solamente 6 autorizados en EUA.
En Francia, 110 inyecciones contra las arrugas están autorizadas. En su mayoría, esas inyecciones, que no deben de ser confundidas con las inyecciones de tipo Botox, que eliminan las arrugas paralizando temporalmente los músculos, contienen gelatinas a base de ácido hialurónico, reabsorbibles por el organismo en un lapso de entre 3 y 24 meses.
Es decir, que cualquier persona que aspira a luchar contra el envejecimiento y conservar la tan anhelada juventud eliminando las arrugas y patas de gallo puede comprar esos productos, sin ninguna restricción médica, pese a que su composición puede presentar riesgos.
The Times afirma por eso que estas inyecciones contra las arrugas pueden convertirse en el próximo desastre sanitario en Europa.
La autoridad de regulación en EUA, la Food and Drug Administration, exige que un producto inyectado debe ser sometido a las mismas exigencias que un medicamento, por lo que sólo ha concedido seis autorizaciones.
Tras el escándalo de los implantes de mama producidos por la empresa francesa PIP, que afecta a decenas de miles de mujeres en el mundo entero, las autoridades de salud francesas reconocen que la supervisión de la industria de la cirugía estética ha sido poco estricta, y que se precisan nuevas reglas.
Al igual que los implantes de mama, estas inyecciones (que se estiman en unas 600.000 anuales en Francia) son consideradas «dispositivos médicos» y no medicamentos, pues se trata de una masa gelatinosa que rellena las arrugas sin acción de fármacos.
La autoridad regulatoria europea está trabajando para imponer nuevas regulaciones para los fabricantes del sector de la cirugía, sobre todo con respecto a las pruebas clínicas, tras reconocer que éstas no han sido suficientes para garantizar la seguridad de utilización del producto.
Se desaconseja también la compra en internet de estos productos, debido a los riesgos de que sean fraudulentos, y de calidad mediocre.