Investigadores del Instituto de Salud Carlos III han descubierto una de las señales que atraen y guían a las células del sistema inmunitario a la pared arterial para formar las placas ateroscleróticas que provocan la arteriosclerosis. Esta enfermedad inflamatoria crónica consiste en un endurecimiento progresivo de las arterias.
El aumento de los niveles de colesterol en sangre (hipercolesterolemia) es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de arteriosclerosis.
El sistema inmunitario, desempeña un importante papel en la formación de las placas ateroscleróticas (placas de colesterol) que provocan una inflamación de las paredes de las arterias hasta el punto de causar un estrechamiento que llega a obstruirlas.
Pero hasta ahora se desconocía cuales son las señales que atraen y guían a las células del sistema inmunitario a la pared arterial para formar esas placas ateroscleróticas.
Ahora, tres grupos de investigación de la Red de Investigación Cardiovascular, perteneciente al Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Ciencia e Innovación, han desarrollado un estudio científico, publicado en la revista Arteriosclerosis, Thrombosis and Vascular Biology, destinado a encontrar alguna de estas señales.
La investigación se realizó en 107 individuos aparentemente sanos que se sometieron a un examen ultrasonográfico de las arterias carótidas para detectar la enfermedad en sus fases más tempranas (aterosclerosis subclínica). Los científicos observaron cómo los niveles elevados de colesterol en sangre (≥ 240 mg/dL) se asociaban con una mayor producción de una molécula llamada CCL20.
Esta molécula CCL20 es quimioatrayente, y provoca que entren en funcionamiento los linfocitos T que son las células del sistema inmunitario que provocan la inflamación de la pared de los vasos sanguíneos.
El estudio describe igualmente que en el proceso interviene NFkappaB, una proteína típica de las reacciones inflamatorias, que en este caso es activado por un componente de las LDL cuyo contenido aumenta cuando éstas se oxidan (ácido lisofosfatídico o LPA).
Lo más importante para los pacientes es que el ácido lisofosfatídico actúa a través de receptores específicos cuyo bloqueo farmacológico reduce la respuesta de las células musculares a las LDL. Esto significa que la CCL20 podría ser útil como biomarcador de evolución de enfermedad cardiovascular, pero sobre todo podría abrir un nuevo frente de tratamientos pioneros basados en que esta molécula pueda frenar la participación del sistema inmune en la arteriosclerosis y de ese modo retrasar el desarrollo de la enfermedad, particularmente en pacientes de alto riesgo con niveles elevados de colesterol.