Andrew Glanie, británico de 42 años, sufrió un accidente de motocicleta que le dejó paralizado de cintura para abajo. Hoy, tras casi dos décadas después se paró y volvió a caminar.
Parece un milagro, y lo es, al menos de la tecnología; ya que Andrew logró la hazaña colocándose un exoesqueleto biónico que se está poniendo a prueba en clínicas de EUA y el Reino Unido.
Sus motores y sensores, manipulados con un control remoto, prometen devolver la movilidad a aquellas personas parapléjicas que todavía pueden mover la parte superior del cuerpo.
La gente te mira desde arriba todo el tiempo, te sientes pequeño, comenta Glanie tratando de expresar la frustración que le genera el verse relegado a una silla de ruedas.
Glanie es uno de los tres británicos que se están beneficiando de un programa piloto para poner a prueba el Ekso eskeleton, una tecnología desarrollada en EUA con fondos del Departamento de Defensa. Esta estructura robótica impulsada por baterías, se coloca por encima de la ropa del paciente y le permite controlar a voluntad la flexión y movilidad de sus piernas.
Para poder usar el exoesqueleto, los pacientes deben cumplir unos requisitos concretos, como medir entre 1,5 y 1,9 m de alto, no pesar más de 100kg y contar con un buen estado físico de cintura para arriba.
Ekso bionics, la empresa que lo desarrolló, informa que la idea es diseñar un prototipo más ligero, barato y autónomo que podría estar disponible dentro de dos años.
El centro Tecnology in Motion de Leeds en Reino Unido, es uno de los nueve centros en el mundo que están poniendo a prueba esta tecnología, con el fin de evaluar sus beneficios psicológicos y físicos.