Enfermedades del amor

Fobia al sexo

Es cuando alguno de los dos enamorados le tiene miedo a las relaciones sexuales, se ama el espíritu y se odia la carne. Existe una aversión extrema al sexo y puede tener su origen un trauma en la infancia, una educación represora del erotismo o por un malestar emocional intenso hacia la pareja. Los casos más comunes consisten en episodios de ansiedad y estrés ante la perspectiva de un encuentro sexual. Este mal puede ser de por vida o sólo ocasional.

Amor Disociado

Es la creencia de que uno está enamorado de varias personas y a cada una de ellas se le ama de manera diferente. Este tipo de enfermedades del amor es más común en los hombres. En este caso, los hombres tienden a catalogar a las mujeres en dos grupos: las santas, puras y benévolas, con las que nunca podrán tener una relación sexual aunque las amen; y las aptas para producirles placer en la cama. El hombre que padece este síndrome no ama ni a la mujer que hace la función de madre de familia ni a la amante extraconyugal.

Amor fóbico

Son quienes están locamente enamorados, pero a la vez huyen del amor. En toda relación amorosa existen miedos, principalmente al rechazo, quien padece este tipo de amor es como un “Quijote” que se pasa la vida persiguiendo a su adorada “Dulcinea”. Sin embargo, no son capaces de establecer siquiera una amistad, ya que el enamorado se limita a merodear a la amada o viceversa, pero esquivando a la persona en todo momento. Hombres y mujeres evitan contraer lazos de unión por temor a sufrir una decepción y no admiten ningún riesgo.

Narcisismo morboso

Lo padecen quienes solamente pueden amarse a sí mismos, generalmente son personas que tienen pobreza en afectos, se muestran distantes, son incapaces de demostrar admiración por una acción o una cualidad ajenas, carecen de empatía o habilidad para detectar el estado de ánimo del otro, son seres torpes socialmente y sus relaciones románticas suelen ser fugaces.

Síndrome de amor-odio

También es conocido como “el amor ambivalente”, es decir, entre querer y odiar hay sólo un paso. Esta forma de amar puede tener su origen en la infancia: las niñas aman al padre y rechazan a la madre y viceversa en los niños. Aman a su pareja, pero a la vez le tienen odio cuando ven frustradas sus expectativas.

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