La sensibilidad individual puede influir sobre qué y cuánto se come, sugiere un estudio realizado por el equipo de la Dra. Nada Abumrad de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en EUA.
Las variaciones en un gen en particular pueden hacer que las personas sean más o menos sensibles al sabor de la grasa, y afectar su riesgo de obesidad.
El equipo estudió a 21 personas obesas, y halló que las que portaban una variante particular del gen CD36 eran mucho más sensibles al sabor de la grasa.
Este es el primer estudio en identificar un receptor que pueda saborear la grasa.
El hallazgo aparece en la revista Journal of Lipid Research. La meta es comprender cómo nuestra precepción de la grasa en la comida puede influir sobre lo que comemos y la cantidad de grasa que consumimos, señala la Dra. Abumrad.
En este estudio, hallaron un motivo potencial de la variabilidad individual en la forma en que las personas perciben la grasa. Quizá, a medida que la gente consume más grasa se hace menos sensible a ella, necesitando así una mayor ingesta para lograr la misma satisfacción. Lo que se debe determinar en el futuro es si nuestra capacidad de detectar grasa en los alimentos influye sobre nuestra ingesta de grasa, algo que claramente tendría un impacto sobre la obesidad.
Se cree que hasta el 20% de las personas portan una variante del gen CD36 que se asocia con una producción significativamente reducida de la proteína CD36. Esto, a su vez, puede hacerlas menos sensibles a la presencia de la grasa en la comida, apuntan los investigadores.
Fuente: Journal of Lipid Research