El cerebro y sus recursos para poner atención

Al poner atención se activa una compleja red a nivel cerebral.

El problema es que usted mira pero no observa, le decía Sherlock Holmes a su amigo y asistente, el Dr. Watson. El célebre detective inglés se refería así al hecho de que no siempre prestamos atención a lo que es obvio, aún si está frente a nosotros.

Es muy probable que eso se deba a que, en realidad, estamos interesados en otra cosa, en otras palabras, es el resultado de que nuestros recursos de  atención estén dirigidos hacia algo específico en un momento dado. Tan es así, que sólo percibimos conscientemente aquello que está en nuestro foco de atención.

La complejidad de estos procesos y la forma en que nuestro cerebro es capaz de focalizarse en porciones específicas del mundo que nos rodea han atraído por décadas a los neurocientíficos, principalmente porque la atención es necesaria para la gran mayoría de nuestras funciones. Justamente porque la atención está embebida permanentemente en nuestras acciones y funciones cerebrales es que no podemos entender la atención como un único proceso.

Hoy reconocemos que existen distintos tipos de atención que dependen de una compleja red cerebral que incluye regiones de los lóbulos frontal y parietales, entre otras. Por ejemplo, si estamos conversando con alguien en una fiesta con mucho ruido de fondo debemos poner en marcha una atención selectiva, a fin de poder filtrar los sonidos irrelevantes y atender solamente aquello que nos interesa. En otros casos, debemos concentrarnos en una misma tarea por un período prolongado, activando así los circuitos de la atención sostenida.

Otras veces necesitamos poder focalizarnos en más de un estímulo a la vez, y es allí que la atención dividida nos permite ir alternando el foco entre distintos estímulos.

Tan rápido es este cambio, que muchas veces pasa inadvertido y nos da la sensación de que estuviéramos haciendo más de una cosa a la vez. Sin embargo, la mayoría de los estudios demuestran que esta capacidad, conocida habitualmente como multitarea, es en realidad una simulación: la forma con la que nuestro cerebro alterna el foco de atención entre un estímulo y otro es tan veloz que pareciera estar atendiendo literalmente a más de un estímulo a la vez. Gran parte de la investigación en neurociencias de los próximos años estará seguramente dedicada a entender la forma en la que la gran cantidad de estímulos que recibimos hoy en día impacta sobre nuestro cerebro.

Los problemas de atención pueden afectar otras funciones cognitivas.

Por ejemplo, algunas personas sienten que su memoria está fallando y, sin embargo, puede ser que la dificultad esté dada por problemas en la atención que luego se traducen a una mayor dificultad para memorizar datos o eventos: ¿cómo podemos recordar aquello a lo que no le hemos prestado atención? Cuando reflexionamos sobre la atención, entonces, se torna evidente que en nuestro día a día damos por sentado su importantísimo rol en permitirnos acceder al mundo que nos rodea.

Un ejemplo de esto es el caso de la heminegliencia, una condición que se da como resultado de una lesión en el cerebro generalmente en el lóbulo parietal derecho, y que lleva a que el paciente ignore la mitad izquierda del campo visual.

Pero años de investigación con estos pacientes han demostrado que ignoran mucho más que la mitad del espacio: dejan de prestar atención a todo tipo de estímulo que se encuentre en la mitad ignorada (por ejemplo, los hombres se afeitan la mitad de la cara); más aún, al recordar un lugar que les es familiar, sólo logran describir, e incluso representar, la mitad conservada de la imagen mental que generan de dicho recuerdo.

Es claro entonces que la atención es clave para cada una de nuestras acciones cotidianas y es una aliada inigualable de nuestras funciones mentales superiores.


Deja un comentario