¿Qué es lo que los trabajadores del metro, los mineros o los habitantes de Tierra del Fuego pueden tener en común con los tripulantes de un viaje simulado a Marte?. Nada más y nada menos que la forma en la que el sistema nervioso autónomo, que regula desde la presión y el ritmo cardíaco hasta el estado de alerta, reacciona a la falta de suficiente luz natural.
En el experimento realizado sobre los efectos del aislamiento en la salud, llevado a cabo en Moscú, un equipo de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica descubrió cómo la exposición habitual a la tercera parte de la luz que tendría una oficina bien iluminada o menos del 1% de la luz del mediodía de un cielo diáfano puede influir en las funciones involuntarias del organismo.
La falta de luz natural tiene distintas consecuencias en la salud, como la depresión, la falta de concentración o la alteración del sueño. Pero no sabemos tanto sobre cómo reacciona el sistema nervioso autónomo, que no depende de nuestra voluntad. Observamos que en un mes la actividad del sistema nervioso disminuye durante la vigilia de manera muy parecida al período de sueño.
Después de un año y medio dentro de una estructura especialmente construida en uno de los institutos de la Academia de Ciencias de Rusia, los seis tripulantes de la misión Mars500 abandonan la nave. Allí hicieron una enorme cantidad de experimentos diseñados por equipos científicos de 40 universidades e institutos de investigación del mundo.
Con esto, el proyecto del Instituto de Trastornos Biomédicos de Moscú y la Agencia Espacial Europea estudian en un viaje espacial simulado cómo el aislamiento y el estrés prolongado influyen en el organismo y la conducta. A diferencia de lo que sucedería en una cápsula espacial real, los tripulantes no estuvieron permanentemente expuestos a la radiación y la falta de gravedad, excepto durante algunas pruebas.
Cuando no hay gravedad, el cuerpo se modifica tanto que no se podría medir tanta información. En estos astronautas, en cambio, lo que se determina o se observa es producto del estrés o el confinamiento prolongados.
Cuando disminuye la actividad del sistema nervioso que nos ayuda a estar alertas y defendernos o huir de alguna amenaza, aumenta la posibilidad de no tener capacidad suficiente de reacción.
El hecho de haber encontrado esto nos puede dar una pista más de cómo funcionan los trastornos asociados con la falta de luz natural, ya que se desconoce cómo se modifica la actividad del sistema autónomo.
El equipo utiliza información obtenida en Mars500 sobre distintos métodos de estudio para evaluar el estado de alerta, el sueño y la actividad del sistema autónomo en choferes profesionales y médicos residentes.
El equipo analiza también los resultados de las mediciones de la presión y los latidos diarios registrados en cada tripulante con un monitor Holter para explicar estos efectos del aislamiento y la falta de luz durante los primeros cien días de la misión.
Las consecuencias de estar un año y medio aislados y bajo condiciones de luz débil son una verdadera incógnita, ya que nunca una tripulación había estado tanto tiempo en esas situaciones.
Con la información de los 18 meses de «vuelo», el equipo podrá responder también cómo estas alteraciones de las funciones influyen en el nivel de rendimiento de una persona o en el estado anímico con el paso del tiempo.