Una crisis de ansiedad, también llamada “ataque de pánico” es una reacción del organismo ante un peligro real o imaginario que el cerebro percibe como amenazante. Las crisis de ansiedad son más frecuentes en mujeres que en hombres en una proporción de 2 a 1. Los problemas interpersonales, laborales, las fobias, la presencia de preocupaciones constantes son detonantes de una crisis de ansiedad.
Los síntomas que acompañan a una crisis de ansiedad son: dolor en el pecho, sudoración, boca seca, aumento de la frecuencia cardiaca y visión borrosa, principalmente. La persona que sufre una crisis de ansiedad tiene miedo de padecer un ataque cardíaco y morir.
Un gran número de personas que tienen una crisis de ansiedad acuden a los servicios de emergencia, pues la crisis de ansiedad se acompaña de síntomas similares a los de un infarto cardiaco.
La crisis de ansiedad amerita una evaluación inmediata de la persona por parte de un psiquiatra.
Se aconseja que al observar las señales de inicio de una crisis de ansiedad, se procure cortar los pensamientos que pueden producirla y lograr mantenerse tranquilos y seguros; en el caso de no lograrlo, es recomendable aprender técnicas de relajación y respiración permitiendo el autocontrol.
El tratamiento para las crisis de ansiedad incluye técnicas adaptadas a cada persona en función de su problema específico. La mayoría de los pacientes mejora con terapia conductivo conductual y medicamentos llamados ansiolíticos que deben administrarse bajo supervisión médica.