Control de la ira

El trastorno explosivo intermitente es un trastorno del comportamiento caracterizado por expresiones extremas de enfado que son desproporcionadas respecto a las circunstancias en que se producen

El control de la ira empieza al tomar conciencia de que se tiene un problema y se busca ayuda profesional, la ira es destructiva y causante de muchas tragedias. Destruye relaciones amorosas, de familia y confronta a las personas.
 
Quienes padecen de sucesivos ataques de ira sufren de un Trastorno Explosivo Intermitente (DSM-IV). Generalmente ocurre un episodio de frustración antes de que una persona tenga un ataque de ira. Suele ser causa del episodio de ira que la persona irascible se sienta o perciba que está siendo agredida o traicionada, como es el caso de parejas en la cual un hombre maltrata a su mujer porque supone que ella le ha faltado, o abusa de un hijo por fallas que no ameritan la desproporcionada reacción de fuerza.
La rabia es una emoción natural que ayuda a la supervivencia de la especie, al igual que el miedo, la alegría o el amor. Pero, cuando no se controla el enojo, aparece la ira y los correspondientes excesos, rencor y violencia verbal o física. Mientras que la rabia dota de la agresividad necesaria para defendernos de una eventual embestida por parte de algún animal o de otro ser humano, la ira provoca, sin ataque previo de terceros, una conducta ofensiva y dirigida a causar destrucción, castigo, venganza, ofensa o agravio a otra persona.
La ira trastorna psicológicamente a la persona y produce alteraciones fisiológicas que perjudica el sistema circulatorio, eleva a límites peligrosos la tensión arterial, tensa la musculatura corporal y acelera la respiración, lo que en suma, menoscaba la salud por el estrés extremo que impulsa. 
Provoca trastornos del sueño y perturbaciones en la alimentación y la digestión. Todo ello sin mencionar el daño que les infringe a los demás con sus acometidas verbales o físicas.
El ataque de ira, o ataque explosivo intermitente, se caracteriza por episodios coléricos y violentos, en los que la persona no puede controlar estos impulsos de ferocidad y de pérdida del control mental y emocional, comprometiendo la seguridad de otros, insultándolos o lesionando, o dañando todo a su alrededor sin medir las consecuencias.
 
El control de la ira comienza cuando se toma conciencia de que se tiene un problema y se busca ayuda profesional, la terapia se centra en reorganizar la forma de pensar, aprendiendo a hacerlo de forma positiva y abandonando los pensamientos negativos, también se busca dotar a la persona de herramientas y mecanismos que le permitan proporcionar los hechos acorde a su justa dimensión, con razonamientos lógicos. Se le enseña al paciente a mantener el control emocional de manera permanente y a suprimir, con técnicas de pensamiento y respiración, el momentum explosivo.

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