Cuando las personas piensan en inteligencia, generalmente les vienen a la mente los estudios que miden el coeficiente intelectual, que evalúa las matemáticas, la lógica y las capacidades verbales. Pero resulta que hay otro tipo de inteligencia que es vital para el cerebro y para el bienestar de quienes nos rodean: la inteligencia emocional, que se refiere a la habilidad de relacionarse e interactuar con los demás. Podría parecer una virtud natural, sin embargo hay que adentrarse un poco en su estudio para realmente hacer un diagnóstico del nivel de inteligencia emocional de cada persona.
Es necesario familiarizarnos con nuestros propios sentimientos, de tal forma que podamos emplearlos para tomar decisiones con las que podamos sentirnos cómodos. Las emociones pueden ser desordenadas, así que manejar nuestra vida sin quedar atrapados en un ataque de ansiedad o enojo, es sumamente importante. Si estamos continuamente alerta de cómo nos sentimos realmente, perseguir nuestros objetivos a pesar de los contratiempos, resultará más fácil. Al tener éxito en alcanzar nuestras metas personas, tener inteligencia emocional se refiere a poder manejar los sentimientos de otras personas con armonía. Es necesario contar con esta virtud porque la familia, los amigos y los compañeros de trabajo suelen tener sentimientos e ideas diferentes que pueden retarnos a replantear nuestro objetivos. Es necesario llegar a un balance entre la satisfacción de nuestra necesidad y las necesidades de quienes nos rodean y debemos tener en claro que nuestro comportamiento y acciones van a afectar a quienes nos rodean.
Tener empatía es una parte considerable de la inteligencia emocional. En general, es nuestra habilidad de leer, comprender y compartir las emociones de otras personas, sin que éstas tengan que explicarnos detalladamente lo que sienten. Este nivel de comunicación requiere de la capacidad de leer el lenguaje corporal y tener una buena capacidad de observación.
¿Cómo tomar decisiones con inteligencia emocional?
Cuando nuestras emociones nos gobiernan, tenemos la tendencia de reaccionar en consecuencia, en lugar de pensar racionalmente. Si bien necesitamos de las emociones para pensar, (ya que está demostrado que una persona que sufre un accidente vascular cerebral que afecta su centro de emociones, deja de tomar decisiones racionales) es una realidad que no podemos permitir dejarnos llevar por ellas.
La inteligencia emocional consta de 4 componentes que pueden ayudarnos a lidiar con el estrés y tomar mejores decisiones:
1.- Identifica tus emociones: Identifica tangiblemente lo que sientes, asegúrate de adentrarte en lo más profundo de tus emociones y no permanecer en una reacción superficial. Por ejemplo, digamos sientes envidia por el éxito de una persona. ¿Realmente sientes envidia o simplemente te preocupa que tu no haz alcanzado lo que buscas?
2.- Facilita las emociones: Cuando sientas múltiples emociones, busca dentro de ti diferentes puntos de vista para resolver los problemas. Del ejemplo anterior de la envidia, identifica tus obstáculos y traza caminos alrededor de ellos para alcanzar tu objetivo en lugar de permitir que la envidia desestabilice.
3.- Entiende tus emociones: Las emociones no son blanco y negro. Todos experimentamos complejas cadenas de emociones. Podemos aprender a entender y hasta intercambiar emociones con las personas, ya sean jefes, compañeros de trabajo, clientes, amigos o familiares.
4.- Maneja tus emociones: Esto no significa que debas esconder tu llanto hasta llegar al baño. Mas bien, manejar tus emociones se refiere a que descubras si una emoción es o no apropiada, de tal forma que puedas resolver un problema basado en una emoción. La próxima vez que sientas envidia, vas a poder frenar ese sentimiento con más rapidez, para manejar mejor tus emociones y tu comportamiento.
Una vez que te sientas cómodo(a) con éstos fundamentos para tu control del estrés, podrás resolver tus principales problemas. Es útil distinguir entre dos procesos para tomar decisiones: controlado/pensado, versus, automático/emocional/impulsivo.