Las semillas del ricino (Ricinus communis) son venenosas para el hombre, los animales y los insectos. Contienen una serie proteínas, una de la cuales, la ricina, fue aislada en 1888 por Stillmark cuando observó que el extracto de las semillas aglutinaba las células sanguíneas. Hoy se sabe que la aglutinación por el extracto de las semillas de ricino se debe a otra toxina llamada RCA (Aglutinina del Ricinus communis). La ricina es un potente tóxico pero es una hemaglutinina débil, mientras que la RCA es poco tóxica pero un potente aglutinante. En cualquier caso, la toxicidad de las semillas de ricino se debe sólo a la ricina ya que la RCA no se absorbe por vía oral.
La ricina es una de las toxinas más potentes conocidas. Basta un miligramo para matar a una persona adulta. Los síntomas de un envenenamiento por ricina son dolor abdominal, diarrea a veces sanguinolenta y vómitos. Posteriormente se produce una severa deshidratación e hipotensión. Los síntomas de envenenamiento comienzan a las pocas horas de la ingestión. Si la muerte no se produce en 3 a 5 días, la víctima usualmente se recupera.
Una semilla es suficiente para matar a un niño si se mastica o se rompe. Si se traga entera, lo más probable es que pase sin problemas por el tracto digestivo. Los niños son más sensibles que los adultos debido a que son más propensos a la diarrea y a la deshidratación