Un equipo de médicos dirigido por el Dr. Ahmed Ahmed del Charing Cross Hospital de Londres, filmó cómo se ve el estómago desde el interior con una cámara diminuta escondida dentro de una cápsula.
Para muchos el estómago parece ser una suerte de misterio, el nuevo estudio revela las sorprendentes maneras en que nuestro sistema digestivo ejerce control sobre nuestro apetito y humor, no todos tenemos la oportunidad de observar nuestro proceso digestivo en acción.
Rodeado de gente en el Museo de Ciencias de Londres, presenciaron cómo un copo de avena que había ingerido en el desayuno era envuelto, triturado y expuesto a los ácidos hasta ser finalmente expulsado hacia el intestino delgado, como un puré cremoso llamado quimo.
Una cámara en miniatura en forma de píldora recorrió el sistema digestivo proyectando imágenes en una pantalla gigante, la primera parada fue el estómago, cuyo trabajo está bajo el control de lo que a veces es llamado el pequeño cerebro: un conjunto de redes neuronales que recubren el estómago y el sistema digestivo, existen alrededor de 100 millones de estas células en el estómago
Este pequeño cerebro no piensa en una forma tan compleja, pero es fundamental para el proceso diario de trituración de alimentos durante la digestión, y en la mezcla y absorción que ayudan a la correcta extracción de los nutrientes y vitaminas.
Todas estas neuronas que recubren el sistema digestivo permiten establecer un contacto más cercano y directo con nuestro cerebro, a través del nervio vago, que a menudo regula nuestro estado emocional.
Por ejemplo, cuando sentimos mariposas en el estómago, sucede que el cerebro en ese órgano se está comunicando con nuestro cerebro en la cabeza. Cuando nos sentimos nerviosos o con miedo, la sangre es desviada de nuestro estómago hacia los músculos. Ésta es la forma de protesta del sistema digestivo.
Para alojar una gran cantidad de comida el estómago tiene que dilatarse, partiendo del tamaño de un puño hasta convertirse en un recipiente con una capacidad de cerca de dos litros.
Solíamos pensar que los músculos receptores en el estómago le decían al cerebro cuándo estaba lleno para que dejáramos de comer. Pero parece ser que las señales de hambre producidas por el estómago son más sofisticadas que eso, cuando comemos, la comida tarda 20 minutos para ir del estómago al íleon.
Comer despacio, le da la oportunidad al estómago de avisarle al cerebro que ya está satisfecho y evitar sentirnos no tan ligeros. Se suele pensar que el cerebro regula nuestro proceso de toma de decisiones, pero con investigaciones como ésta queda claro que nuestro sistema digestivo afecta profundamente la forma en que nos comportamos.
Ese el motivo por el cual nos dicen desde pequeños que después de comer hay que descansar, no hacer movimientos bruscos y esperar que el cuerpo realice su proceso digestivo.