Tras un infarto, células madre viajan desde la médula espinal hasta el bazo y aumentan el riesgo de que se produzca un segundo fallo cardíaco, según un estudio encabezado por el Dr. Matthias Nahrendorf y un grupo de científicos, el estudio fue publicado en la revista científica «Nature».
Nueve de cada diez personas que sufren un infarto de miocardio por primera vez sobreviven, pero durante el primer año después del incidente tienen un riesgo mayor de que les vuelva a suceder, de alrededor del 18 por ciento más, cuyos motivos se desconocen.
Muchos de estos pacientes sufrían aterosclerosis, una cardiopatía que se caracteriza por la acumulación de depósitos de grasa o placas de ateroma en la pared interna de las arterias, que según el Dr. Nahrendorf, aumentan más aún después del primer infarto.
Tras un infarto de miocardio, células madre de la sangre viajan desde la médula espinal al bazo, en donde producen más células inflamatorias, esas células del bazo viajan después a la placa de ateroma, que obstruye la circulación de la sangre, y contribuyen a su crecimiento e inflamación, lo que explicaría por qué la repetición del infarto es tan común.
El estudio muestra que los médicos no deben prestar atención solamente a la placa y al estado de las arterias, sino al paciente completo, incluidas las células madre de la sangre.
Los investigadores observaron la evolución de la placa aterosclerótica en ratones vivos mediante imágenes moleculares y estudiaron por microscopio el comportamiento de las células de la médula.
Este trabajo proporciona una nueva perspectiva terapéutica para tratar la aterosclerosis centrándose en las células madre de la sangre, y abre una nueva vía para potenciales terapias antiinflamatorias. Los medicamentos disponibles en la actualidad combaten el colesterol de la sangre y la presión alta. Ahora se podrá explorar cómo la modificación de las propiedades de las células madre de la sangre afecta al crecimiento de la placa aterosclerótica.