Beneficios de hacer nada

Contar en la vida con momentos para hacer nada, trae grandes beneficios para la salud física y mental.

Toda la semana trabajamos sin parar, nuestra mente está en constante actividad para cumplir con los múltiples objetivos que nos hemos fijado y llega el fin de semana, donde lo que muchos deseamos es hacer… nada.

Los especialistas revelan que el descanso es el cambio de actividad, el salir de la rutina, pero sin duda una opción es no tener un solo compromiso u obligación, es decir tener NADA que hacer. ¿Pero hacer nada trae algún beneficio para nuestra salud?

En el budismo la persona ideal tiene ningún lugar a donde ir y nada que hacer. Para alcanzar este estado de libertad y serenidad, el monje budista, Maestro en Zen, Thich Nhat Hanh, motiva a sus seguidores a cultivar el hecho de no tener objetivos o metas. En nuestra sociedad obsesionada por la productividad, tenemos la tendencia a menospreciar el hecho de no tener objetivos. Suele ser una prioridad tan baja, que no consideramos el descanso verdadero hasta que estamos completamente agotados, o de plano el cuerpo nos lleva a un descanzo forsozo al enfermarse.

¿Es realmente productivo agotar nuestro organismo hasta que el cuerpo y la mente llegan al cansancio extremo de rehusarse a trabajar? ¿Sin poner en práctica el hacer nada que calidad de atención podemos ofrecer? Estamos realmente presentes, dispuestos a compartir con nuestro amor, talentos, inteligencia y buen humor?

Cuando estamos verdaderamente dispuestos, hacemos nuestro mejor esfuerzo en el trabajo, estando en harmonía con nuestro entorno. Arrastrarnos con un tanque vacío no sirve ni para nosotros y para quienes nos rodean, de tal forma que necesitamos de tiempo para recargarnos y refrescarnos.

Tomando lo anterior en cuenta, la recomendación de los expertos en la materia es el que incluyamos en nuestra agenda un tiempo para hacer nada y una tarde del fin de semana puede ser la oportunidad perfecta. Esto puede resultar difícil al principio porque no estamos acostumbrados a hacer nada, pero hay que poner en práctica en no hacer planes en nuestra tarde o día dedicado a hacer nada.

Seguramente encontraremos múltiples distracciones: pendientes que no hemos resuelto, personas que requieren de nuestra atención, etc. En cuanto llegue a nosotros una sensación de culpa, ansiedad o un pensamiento obsesivo, hay que pensar en nuestra respiración y volvernos a relajar. Imaginar nuestro tórax expandiéndose y retrayéndose conforme entra y sale el aire que inhalamos y exhalamos.

Después de poner en práctica algunos días de hacer nada, empezaremos a sentir que el optimismo regresa a nuestra vida. Nos  sentiremos con un espíritu más joven y tendremos la impresión de contar con más espacio en nuestro corazón. Se incrementará nuestra habilidad de concentración en nuestras tareas y pensaremos con más claridad. En este estado de claridad de mente podremos hacer un mucho mejor uso de nuestro tiempo. Nuestros proyectos y relaciones interpersonales florecerán y recibirán toda nuestra atención, dando como resultado una disminución en el tiempo que nos demandan.

Antes de llenar nuestro tiempo libre con actividades sociales, pendientes y pasatiempos, hagamos una pausa y recordemos que hacer nada va a incrementar nuestra concentración, productividad y capacidad para disfrutar de las actividades sociales en las que decidamos participar.



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