El mal olor de los pies tiene diversas causas, relacionadas en su mayoría con un exceso de sudor (hiperhidrosis), que es un excelente caldo de cultivo para las bacterias.
La sudoración excesiva puede corregirse aplicando antitranspirantes «roll-on» o en aerosol, como los empleados para las axilas. Cuando estos antitranspirantes axilares no son suficientes para combatir la sudoración y el mal olor de los pies, puede requerirse de sustancias más potentes. Desafortunadamete, entre los efectos colaterales de estos productos se encuentra la resequedad y la irritación de los pies.
El mal olor de los pies también puede combatirse mediante cambios en el estilo de vida y la dieta. Las dietas ricas en carbohidratos refinados, propician el desarrollo de bacterias y hongos en el cuerpo, generando fluidos que se excretan a través de la piel. Ahora, cuando estos fluidos salen por el sudor en los pies y éstos están encerrados en un zapato, el olor se concentra en forma extrema. Al eliminar los carbohidratos refinados de la dieta, al balancead la ingesta de proteínas y favorecer las grasas saludables y los carbohidratos complejos, se puede reducir y en ciertos casos hasta eliminar el mal olor de los pies. Adicionalmente, se recomienda reducir al consumo de alcohol y el hábito de fumar cigarrillos, ya que estos también favorecen la sudoración y por lo tanto el mal olor en los pies.
Otra causa de sudoración excesiva es el estrés adrenal. Las hormonas que alertan al cuerpo de que está en peligro se elevan en las personas que están sometidas a estrés crónico. Estos pacientes experimentan un exceso de sudoración y por lo tanto padecen de mal olor en los pies. El estrés puede reducirse de varias maneras: desarrollando un programa de meditación, haciendo yoga, practicando ejercicio en forma regular, sometiéndose a psicoterapia y a masajes y modificando ciertos hábitos de vida.
Pero ¿que pasa cuando nada de lo que acabamos de enlistar funciona para combatir el mal olor de los pies? En estos casos se puede inyectar toxina botulínica para reducir la sudoración. Si bien la toxina botulínica se emplea para reducir la contracción muscular y atenuar las arrugas en la piel, es una alternativa para desactivar las glándulas sudoríparas, reduciendo la humedad en los pies y por lo tanto el mal olor.
El procedimiento consiste en inyectar toxina botulínica en cada pie en sesiones separadas. Se administra un anestésico que se inyecta a un lado del tobillo para dormir todo el pie. Se divide la planta del pie en cuadros y se inyecta la toxina botulínica con 40 a 50 piquetes por cada pie. Es fundamental que la persona que hace la inyecciones esté capacitada y las administre superficialmente, ya que en caso de introducir la toxina botulínica en estructuras profundas, no se obtiene el beneficio de evitar la sudoración y es posible ocasionar parálisis de algunos músculos del pie, ocasionando una discapacidad temporal. Otros efectos colaterales de la inyección de toxina botulínica en los pies es un dolor leve durante uno o dos días. Hay que destacar que el efecto de la toxina botulínica es pasajero y concluye en cuatro a seis meses en la mayoría de los casos.
Algunas personas con mal olor en los pies que recibieron tratamiento con toxina botulínica pueden percibir sudoración en la parte baja de la pierna, pero al no estar encerrada en un zapato, no se presentará el mal olor.
Finalmente, otro opción para combatir el mal olor de los pies debido al exceso de sudoración es una cirugía llamada simpatectomía torácica endoscópica que corta los nervios responsables del exceso de sudoración.
Una recomendación que todos debemos considerar, en la medida de nuestras posibilidades es no utilizar el mismo calzado dos días seguidos. Lo ideal es dejar pasar dos días completos antes de volver a usar un par de zapatos, ya que la piel del calzado requiere un mínimo de 48 horas para secarse después de recibir el sudor de los pies y si no le damos la oportunidad de «recuperar» su sequedad, va a contribuir al mal olor de los pies.